El 15 de May 2018 | 11:45
El otro día, tras haberlo retrasado durante años, retomé 'The Big Bang Theory'. Recordaba haberla dejado en la temporada nueve, con lo cual sabía que no iba tan atrasada, así que comencé con ganas. Me reí como al principio, y comprendí que ese parón me había venido bien para reconciliarme con los cambios que había sufrido la serie. Pero, al mismo tiempo, verla con una perspectiva diferente me hizo fijarme en algo que, hasta ese momento, me había pasado desapercibido: las risas enlatadas.
¡Por favor! ¡Cómo puede haber un recurso tan desagradable, molesto y, a la vez, usado! De verdad, esto empezó a carcomerme por dentro, y necesité buscar información sobre las risas enlatadas para terminar de comprender por qué seguía usándose. Comencemos por el principio: ¿Sabéis cuándo se usaron por primera vez las risas enlatadas? En el programa de televisión 'The Hank McCune Show', en el año 1950. Todo fue idea de un ingeniero de sonido de la CBS, Charley Douglas, que decidió que si el público no se reía de la forma esperada en un show en directo, la solución era sencilla: insertar risas enlatadas que ya tenían grabadas. Estamos hablando de un contexto totalmente diferente al actual, en el que muchas series o shows de verdad se grababan en directo, y con público.
Desde ese momento, se convirtieron en un recurso muy usado en las sitcoms. Porque grabar programas con público en directo era cada vez más complicado, con lo cual no se conseguían grabar las risas de los espectadores, algo que se consideraba casi imprescindible en ese momento. De eso hace ya más de sesenta años, y aún a día de hoy hay series que son incapaces de prescindir de estas risas tan molestas. ¡Y es que son un insulto a la inteligencia de los espectadores!
¿Por qué tienen que decirme cuándo tengo que reírme? ¿No me creen capaz de decidirlo por mí misma?
En un primer momento, las risas enlatadas tenían una función, y la cumplían. Hacían creer a los espectadores que el programa o la serie continuaba siendo grabada con público, y que ese público encontraba divertidas ciertas escenas; eso les empujaba a reírse, y a sentirlo todo mucho más cercano, puesto que había alguien que compartía esa diversión con ellos. Pero alguien debería decirle a los productores de sitcoms que eso era hace sesenta años, que el público ha cambiado y que los espectadores de ahora prefieren que nadie les diga en qué momento deben reírse y en qué momento la broma no ha tenido gracia.
Las risas enlatadas son un insulto a nuestra inteligencia como espectadores, puesto que nos están marcando el patrón a seguir, como si no supiéramos hacer algo tan sencillo como reírnos cuando encontramos algo gracioso. Este recurso ya nos huele a rancio, a que tratan de esconder con risas falsas la ausencia de gracia de según qué broma; que no es más que una técnica para tapar las carencias que tiene el guion.
Lo sorprendente es que aún haya series que recurran a las risas enlatadas, series que podríamos considerar modernas. Mas lo positivo es que cada vez son menos las sitcoms que recurren a este manido truco, con lo cual todo apunta a que, con suerte, en un futuro nos desprenderemos totalmente de las molestas risas enlatadas.