La primera temporada de 'Las escalofriantes aventuras de Sabrina' se coronó como una de las mejores series de 2018. Amena y entretenida, con una estética preciosa y un reparto ideal, era el reboot perfecto para la brujita. Pero lo más destacable, quizás, era su mensaje de igualdad y aceptación. Un mensaje que a grandes rasgos parece mantenerse... y escalar hasta unos límites exagerados.
'Epifanía' es el piloto de la segunda temporada, y un completo desastre a nivel de narrativa y de lógica. Se carga por completo la trama y la evolución de los personajes que habíamos visto ahora, y antepone un barato «feminismo» a modo de excusa. Que se extiende y se extiende y se extiende en una telaraña de múltiples horas llena de mensajes nocivos y empoderamiento vacío.
Haciendo más mal que bien
El topicazo de la mujer fuerte e independiente es terrible y sexista. En palabras de Emilia Clarke (la famosísima Daenerys en 'Juego de Tronos'): «Si no es fuerte, ¿qué es? ¿Es que hay otra opción, una opción débil? Es muy frustrante porque luego nadie habla de hombres fuertes». Se trata de ser mujer, no de ponerse una armadura de fortaleza e independencia con la que renegar de tu mismo género. En esta temporada, Sabrina abraza toda su especialidad hasta rozar el título de Mary Sue en pos de, ojo, acabar con el machismo de su academia y las tradiciones brujas.
Uh. Qué.
Los satánicos en 'Sabrina' no destacan precisamente por ser un matriarcado, pero de un día para otro, el padre Blackwood se dispone a hundir a todas las mujeres porque... porque sí. Y saca a relucir todo el machismo de su fe, de su sistema y de sus jerarquías, también porque sí. En 'Epifanía', para empezar, tienen lugar las elecciones para ser paladín (algo así como delegado/¿presidente del consejo escolar? Sólo que sin consejo) de la academia. El paladín es un título masculino, pero Sabrina se presenta al cargo porque es ultrafeminista. Y ya está. Lleva dos días en la escuela a tiempo completo, apenas ha asistido a diez clases y ya quiere representar a todos los brujos de su comunidad. Una comunidad a la que, recordemos, rechazaba para elegir su propio camino.
No me parecería mal si la situación no... insultara la inteligencia del espectador. Utiliza el feminismo, la fuerza y la independencia para justificar acciones infantiles y ridículas, y tenemos que responder aplaudiendo y queriendo ser como Sabrina. Pues no.
Ser feminista incluye la libertad de criticar a las mujeres tanto como a los hombres. Bien. La primera temporada de Sabrina fue fantástica. Esta es un desastre o, al menos, empieza siendo un desastre. Y que utilice el feminismo para justificar su falta de lógica o incluso machismo creyéndose intocable no podría ser más trágico.