A lo largo de sus más de cincuenta años de historia, 'Doctor Who' ha contado con más de doscientas razas alienígenas, la gran mayoría de ellas hostiles delante de nuestro Señor del Tiempo favorito. Pero si hay un rival por excelencia del Doctor, esos son los Daleks, que aparecieron por primera vez en diciembre 1963 como sus primeros enemigos. Tal es su popularidad que se han ido renovando hasta aparecer en cada temporada, serie nueva incluida.
Son tan míticos como la propia serie, sin duda, pero... ¿sabéis cómo se crearon exactamente?
Sue MacGregor y los miembros del reparto y la producción originales de 'Doctor Who' contestan ahora a esta pregunta en una pequeña entrevista de la BBC Radio. Entre los invitados de MacGregor se encuentran Waris Hussein, director de la primera temporada de 'Doctor Who'; Peter Purves, que dio vida al compañero del Doctor Steven Taylor; William Russell, que interpretó a Ian Chesterton, su mano derecha; y Carole Ann Ford, Susan, la nieta y compañera del Doctor.
El nacimiento de los Daleks: el bote de pimienta
Los padres de los Daleks fue el novelista y guionista galés Terry Nation, creador también de los programas de ciencia ficción 'Survivors' y 'Blake's 7', y el diseñador Raymond Cusick. Dato curioso: Ridley Scott por poco no obtuvo ese trabajo.
"Le invité a comer [a Nation]," explicaba Cusick en una entrevista años atrás. "Cogí el bote de pimienta y empecé a moverlo por la mesa. Y le dije que así es como se van a mover: sin mecanismos ni ruedas visibles, ni nada."
Decidido su aspecto, sólo quedaba darles una voz. De eso se encargarían el ingeniero de sonido Brian Hodgson —que también diseñó los ruidos de la Tardis— y el actor Peter Hawkins que, entre otros papeles menores, sería la voz de los Cybermen, además. De acuerdo con su forma y su naturaleza, no hubo mucha discusión a la hora de decidir que se trataría de voces rasposas y metálicas, y su frase estrella "¡Exterminar!" surgió como una referencia a los nazis: fascistas, xenófobos y contrarios a todo tipo de individualidad. Hawkins abandonó la serie en 1967, momento en el que le reemplazaría Roy Skelton tanto en ese rol como en el de los Cybermen.
Dentro de la máquina
Por supuesto, en los años sesenta, los Daleks no podían moverse de otra forma que con un actor dentro. Ya que Hawkins se encargaba siempre de las voces, los actores se limitaban a mover las cabezas y las armas. Una práctica que todavía se mantiene en la actualidad, según el actor Barnaby Edwards:
"Está completamente vacío por dentro y se abre por la parte de la base, de modo que lo mueves con los pies," dijo en una entrevista con SciFiNow en 2012 tras aparecer en 'El Manicomio de los Daleks'. "Te sientas en la plancha y mueves el ojo y las armas con las manos. Necesitas tener un muy, muy buen agarre y unas piernas fuertes; esas son las principales cualidades de un buen operador de Daleks. También hace falta no tener claustrofobia y poder sentarse durante largos periodos de tiempo en una lata de metal."
Largos periodos de tiempo implican unas ocho horas de grabación, con algunos breves descansos. Pero volviendo al pasado, las condiciones de los "operadores de Daleks" eran algo peores. Sin ir más lejos, en una ocasión, una máquina estropeada llenó de humo el interior de unos Daleks, lo que provocó que chocaran y se prendieran fuego. El accidente terminó en un susto y simplemente se tuvo que repetir la escena, pero fue necesaria la intervención de unos bomberos para sacar a los dos actores afectados de sus contenedores.
El terror como motivo de censura
La violencia que mostraban —y muestran— los Daleks es muy explícita. Hoy en día pasa más desapercibida gracias a la evolución de los efectos especiales cinematográficos y de la tolerancia del espectador medio. Podemos ver sin pestañear las escenas más sangrientas de Quentin Tarantino, pero en 1963, los Daleks protagonizaban las pesadillas de los niños. Y eso, como no, implicó críticas y problemas.
"Siempre va a haber gente que critique, así como gente a la que le va a encantar lo que ve," responde vagamente Carole Ann Ford. En cuanto a las reacciones de los niños, explica lo siguiente: "Mi hija Miranda tenía tres años en esa ocasión, y se escondía tras el sofá aterrorizada cuando aparecían los Daleks. Y pensé: "no puedo permitirlo, va a tener pesadillas. ¿Qué puedo hacer?" Así que se me ocurrió llevarla al estudio y sentarla en un Dalek, así vería que no daban miedo y que podía jugar con ellos. Y lo disfrutó muchísimo. Y la siguiente vez que vio a los Daleks en la televisión, volvió a esconderse tras el sofá."
Ahora cuesta imaginar a alguien asustarse hasta ese punto a causa de los Daleks, a pesar de su aspecto, historia y crueldad, que tanto los deshumaniza. Para muchos, ni siquiera son ya los más terroríficos, sobre todo cuando la serie nueva nos ha presentado a criaturas como los Ángeles Llorosos, el Silencio o el Vashta Nerada.
Pero no debemos olvidar que los Daleks son, tanto como el propio Doctor, el espíritu de la serie. Como bien dicen: "Al principio de todo, sólo había dos razas en el universo: los Señores del Tiempo y los Daleks." Y es difícil imaginar un villano al que se ha cuidado y mimado más que a ellos, con un amor dentro y fuera de la pantalla que ha superado los cincuenta años.