Hablar de 'Juego de Tronos' en términos de género es necesariamente complicado, porque la serie en sí misma es compleja. Los personajes tienen, la mayoría de ellos, una personalidad muy marcada, así como una historia y una trayectoria bastante larga; no hay blancos y negros, sino una amplia escala de grises con la que resulta imposible no acabar empatizando, en un punto u otro, con todos los protagonistas. Si a eso le sumamos la trama tan enrevesada que tiene, podremos comprender hasta qué punto es difícil hacer un análisis de género de esta serie en particular.
'Juego de Tronos' es una serie con un alto contenido machista, y esto es innegable. Hay quien lo justifica alegándose que se basaba en la Edad Media y que es parte del rigor histórico; personalmente siempre consideraré que el rigor histórico deja de servir como excusa cuando se introducen dragones. A lo largo de toda la serie vemos violaciones, agresiones machistas, y centenares de situaciones en las que las mujeres son menospreciadas por el hecho de serlo. Podemos volver a los mismos ejemplos de siempre, y hablar de cómo Sansa, Daenerys y otras chicas son vendidas como mercancía al mejor postor.
Cersei, por ejemplo, es duramente criticada por ansiar el poder, por querer gobernar. Se la juzga por ello, y por ser sexualmente libre, por acostarse con quien le plazca. Esto son claros ejemplos de una sociedad machista que en 'Juego de Tronos' se representa sin ningún tipo de pudor. No obstante, a la par que vemos cómo la sociedad es patriarcal, vemos a imponentes figuras femeninas que se abren paso frente a la adversidad y que consiguen empoderarse.
Es un claro ejemplo de algo que vemos diariamente en nuestra vida real: las mujeres deben luchar más que los hombres, por regla general, para llegar a posiciones privilegiadas. A Cersei nadie la tomaba en serio en un primer momento, y tuvo que imponerse por la fuerza, pero a Jaime todo el mundo le temía sin necesidad de hacer apenas demostraciones (aunque las hizo igualmente). Es justo aquí, en este punto, donde reside la dualidad de la serie: se basa en una sociedad machista en la que las protagonistas femeninas son incluso más poderosas que los hombres. Machismo y empoderamiento femenino aparecen de la mano en 'Juego de Tronos'.
¿Cómo pueden convivir dos conceptos tan diferentes?
Entonces, ¿podríamos catalogar 'Juego de Tronos' de una serie feminista, a fin de cuentas? Sí, y no. Cersei, Sansa, Arya, Daenerys y Melissandre son claros ejemplos de feminismo dentro de la serie. Las grandes protagonistas de toda la historia, las que han movido cielo y tierra por conseguir el poder, las que han demostrado su valía con más fuerza, son mujeres. Pero, al mismo tiempo, son mujeres que han tenido que lidiar con el machismo en su día a día.
Daenerys comenzó siendo vendida como esclava sexual, prácticamente. Su hermano traficó con ella para conseguir riquezas. Pero ella, lejos de hundirse ante la situación que le había tocado vivir, decidió luchar e imponerse al machismo que la rodeaba. Tuvo que demostrar que valía para gobernar, que era una gran guerrera, y necesitó más esfuerzo que Khal Drogo para conseguir la posición de Khaleesi, por ejemplo. Pero lo hizo.
'Juego de Tronos' es, en términos de género, una serie realmente compleja. Una serie en la que nos encontramos con las vejaciones más flagrantes contra las mujeres, pero en la que a la vez vamos descubriendo cómo ellas demuestran su valía mediante esfuerzo y empoderamiento. No podemos tacharla de feminista, porque no termina de serlo, mas tampoco de machista, puesto que también envía mensajes totalmente contrarios al patriarcado. La riqueza de esta serie es precisamente esa: que pese a mostrar una realidad machista, cuenta con algunas de las protagonistas femeninas más poderosas de toda la televisión.