El 9 de Diciembre 2010 | 11:15
Pero entremos a la chicha. Con la llegada de las grandes consolas por fin explota la fiebre por los videojuegos. Las consolas invaden los hogares, los ordenadores se funden con la tremenda cantidad de juegos instalados y Nintendo y compañía se frotan las manos con los beneficios que están consiguiendo. Era una época de grandes juegos, en los que era mejor la calidad que la cantidad. Pero esa filosofía suele estar destinada a darse la vuelta.
Y con lo que nos gusta comprar (y más a los niños) los desarrolladores de juegos empiezan a sacar títulos como churros, para que el público no se queje de tener poco donde elegir. Las ideas empiezan a terminarse y, al igual que con el cine, giran la cabeza hacia la televisión, pero esta vez lo hacen a saco.
Recuperamos la idea del principio, a las cadenas les viene bien conseguir más dinero de sus buques insignia, y a las distribuidoras de videojuegos les interesa tener en sus filas títulos que saben que van a vender solo por llevar el nombre de una serie.
Muchos de esos juegos se quedan en eso, el nombre de la serie, porque lo que nos encontramos dentro suele ser de tan mala calidad, tan aburrido y absurdo que nos cuesta creer que ese juego haya salido de la serie que tanto amamos. Algunos de ellos suelen levantar bastante revuelo cuando son anunciados, hasta que pasa por las manos de los críticos y son vapuleados hasta dejarlos ahogados en el fango.
Pero toda serie actual que se precie, aunque no lo necesite para nada, ha tenido su juego en el mercado. 'Perdidos' es un caso bastante claro de juego esperado y más tarde odiado. También tenemos casos de series para las que un videojuego no pega ni con cola y así salen luego, como 'Mujeres desesperadas' o 'Anatomía de Grey'.