Videojuegos y televisión, el divorcio que nunca llega

POR EL INTERÉS TE QUIERO, ANDRÉS

Por Jesús Agudo

El 9 de Diciembre 2010 | 11:15

La ventana catódica ha encontrado en los píxeles una fuente inagotable de beneficios. Analizamos cómo ha surgido esta millonaria relación y cuántos quebraderos de cabeza ha provocado a los fans.

Cuando llegaron los 90, empezó a despertar en el público masivo un interés general por los videojuegos. Todo el mundo estaba muy intrigado y todos querían probarlo o ver cómo eran. Por estas fechas podemos ver un curioso fenómeno que consistía en los programas de televisión, no basados en videojuegos, de los que hablaremos más tarde, sino que era el videojuego en sí mismo. De este tipo recuerdo con cariño (porque me pilló en la infancia) de dos: 'Hugo' y 'Carmen Sandiego'.

Hugo

Comencemos por la segunda. La serie de juegos nos llevaba a recorrer el mundo buscando a la famosa ladrona y, de paso, aprendíamos geografía. Fue una saga de mucho éxito y muy longeva (en 2009 llegó a los teléfonos móviles) que dio lugar a una serie de televisión, y más tarde, a su propio programa. El concurso consistía en lo mismo, buscar a Carmen por el mundo, el tiempo o lo que tocara en ese momento. TVE lo estrenó en España en 1995. En este las pruebas por lo menos eran en el mundo real, porque el caso que se lleva la palma es 'Hugo'.

Este pequeño troll cuya familia es secuestrada tuvo su propio concurso en televisión, en el que los niños se dedicaban a jugar al videojuego desde plató y desde casa veíamos cómo lo hacían. Lo que ahora puede parecer una parida a mi me tuvo gran parte de mi infancia enganchado. Pero este caso demuestra cómo la televisión y los píxeles no están tan alejados.

Por estas fechas muchos juegos dieron lugar a series, sobre todo de dibujos animados. Sonic, Mario, los Pokémon, incluso Pac-Man ha desembarcado en la "caja tonta" para alegría de muchos niños, que veían una faceta bastante cómica de sus videojuegos favoritos, aunque probablemente luego ver que el Sonic del videojuego volvía a quedarse mudo podía resultar bastante frustrante.

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