El 9 de Diciembre 2010 | 11:15
La televisión se nutre de publicidad para subsistir, eso lo tenemos todos claro. Sin embargo, no es tan fácil de medir como cuando una persona paga una entrada de cine para ver una película. Y en estos tiempos que corren en que la pela es la pela, cada vez queremos más. Y las cadenas y productoras decidieron hace mucho tiempo diversificar, y así nació el merchandising. Porque a nuestro hijo le hace mucha ilusión llevar una carpeta de Los Simpson y, en casos más preocupantes, habrá quien le guste llevar la camiseta que en el capítulo tal llevaba Sheldon Cooper en 'The big bang theory'.
Pero no era suficiente, el merchandising vendía, pero una vez terminaba la serie o programa en cuestión, a no ser que fuera un espacio que haya cambiado la historia de la televisión (que no hay tantos), los productos promocionales morían con él. Hasta que llegó el maravilloso formato que es el DVD, con el que las cadenas no tenían que renunciar a sus eternas reposiciones pero que además, poniéndole una bonita carátula y un par de vídeos y llamarlos "extras", les permitía sacar los cuartos al fan de turno que quiere guardar para la posteridad su serie al completo para verla cuantas veces quisiera.
Sin embargo poca gente estaba dispuesta a gastar su dinero en algo que ya habían visto. Los ejecutivos de las cadenas pensaron, y pensaron. Y por fin llegó el matrimonio (de conveniencia) que los amantes de los videojuegos y las series hemos odiado desde su comienzo: los videojuegos basados en series y programas de televisión. Hagamos un repaso, y descubramos si tenemos nuestras razones para pedirles de rodillas que se divorcien de una vez.