El 25 de Enero 2017 | 16:52
Hotline Miami (2012)
Pasamos a una nueva oleada de violencia, y esta vez entran en juego los indies. Los gráficos fotorrealistas son sustituidos por píxeles, pero eso no quiere decir que lo que vayamos a ver en pantalla no nos vaya a impactar. Teñir el suelo de cada nivel de rojo sangre tras acabar con todos los enemigos es una constante en 'Hotline Miami', y queda precioso.
El juego de Dennaton nace como una respuesta a toda esa violencia gratuita de la que suelen hacer gala los juegos. Le da un significado: matamos por diversión. ¿Acaso no era obvio? No, no lo era. Normalmente se suele enmascarar detrás de las motivaciones de la trama de turno. Y es realmente irónico que el juego que se encargue de desenmascarar todo eso sea uno en el que, precisamente, llevamos a un personaje que se pone máscaras de animales.
'Hotline Miami' nos recompensa por matar. De la forma más cruel, pero también de la más rápida y eficiente. Un solo error y vuelta a empezar. Ya de por sí hay que asesinar a mucha gente en un nivel, así que imagínate tener que repetirlo una y otra vez hasta que salga bien. Pero al final vemos nuestra puntuación, tras dejar toda esa ristra de cuerpos mutilados y sin vida, y nos sentimos agusto con nosotros mismos. Los videojuegos nos insensibilizan contra la violencia haciéndonos partícipes de ella, y toda la trama de esta obra habla de eso. No para lanzar un mensaje idealista en contra, sino para decirnos que esto es lo que hay, y hay que vivir con ello.
Bloodborne (2015)
El último título de esta lista es quizás el más diferente. En el juego de From Software, el gore no se utiliza como un recurso espectacular ni se recrea en ello, sino que lo muestra como parte inevitable de ese macabro y triste universo al que nos quiere trasladar.
Lo lleva en el propio nombre. La sangre en este juego es vital, y lo es literalmente, porque entre otras cosas, la usamos para curarnos. Pero es también el catalizador de toda una trama que va desde una enfermedad que asola la ciudad de Yharnam convirtiendo a sus habitantes en bestias horripilantes, hasta entidades supraterrenales que manejan los hilos del cosmos y cuyo mero acercamiento provoca la locura hasta al más cuerdo de todos los seres vivos.
Ya sean los enemigos al ser golpeados o incluso la propia luna, la sangre está presente en todo el juego. No es raro estar jugando un rato y darnos cuenta, tras acabar con unos cuantos monstruos, que nuestro personaje está completamente bañado en rojo. Al derrotar a jefes finales gigantescos, su sangre llueve y nos empapa en lo que casi parece una macabra pero solemne ceremonia.
'Bloodborne' tampoco se corta a la hora de mostrar imágenes viscerales. Las más obvias, algunos jefes finales como El Renacido o Ludwig, que son literalmente amasijos de carne deforme a los que hemos de masacrar. Y por otro lado, el diseño artístico de algunos entornos es capaz de dejarte fácilmente sin aliento.
Como decíamos al principio, el valor del gore en este juego no se basa simplemente en poner imágenes gratuitas y chocantes, sino que tienen un por qué, un significado que nos revela la terrible verdad: esto tiene que ser así. Sustituye el espectáculo por lo intimista, pero la sutileza sigue sin acompañar en este tipo de casos, y es por ello por lo que 'Bloodborne' es tan impresionante.