El 16 de Marzo 2017 | 00:34
Muchos de nosotros hemos crecido con los cuentos de Disney. Para nosotros, la Sirenita sigue viva, las hermanastras de la Cenicienta no tuvieron que mutilarse, la Bella Durmiente no fue violada y en el Jorobado de Notre Dame, Esmeralda no muere. Es más: probablemente ahora mismo creáis que lo que acabáis de leer no es más que una sarta de mentiras una detrás de otra. Pero qué va. Lo que os acabamos de contar no son más que las historias reales que se esconden tras las películas que hemos visto una y mil veces.
Disney nos ha presentado los cuentos más tradicionales, pero todos edulcorados, con moralejas dulces. Nos enseñan a apreciar a los demás, a no fijarnos en el físico de los que nos rodean y prestar más atención a su corazón, a creer en el amor verdadero... Pero eso no es lo que los cuentos enseñaban antiguamente. Las enseñanzas eran mucho más oscuras, más macabras, y pretendían hacer llegar a los niños los peligros del mundo.
Hay quien se ha quejado, largo y tendido, de las películas de Disney y los dramas que solían contener. ¿Quién no ha llorado a lágrima viva con la muerte de Mufasa, con Bambi huyendo desesperado, o con Gepetto buscando a Pinocho por todo el mundo? ¿Quién no se ha echado las manos a la cabeza cuando la Bestia era cruelmente atacada por Gastón? ¿Quién no ha contenido un grito cuando Campanilla trata de salvar a Peter Pan de la explosión que Garfio había preparado para él? Se ve que debemos ser extremadamente sensibles, puesto que estos cuentos le hubieran parecido incluso comedia a aquellos que crecieron escuchando los cuentos originales. Disney hizo un buen trabajo de adaptación, aunque a veces nos parezcan demasiado crueles. ¿No lo creéis? Pues vamos a echar una ojeada a algunos de los cuentos originales... A ver qué pensáis después.