El 31 de Agosto 2017 | 19:14
Los DLC son el pasado. Nuestro debate durante años, infructuoso, ha dado lugar a una bifurcación con el contenido extra en videojuegos. De un lado los micropagos, en forma de un chorro de dinero para fracciones de juego cada vez más pequeñas, cada vez más inútiles, y cada vez más lucrativas para quienes los ponen a la venta. De otro lado las expansiones standalone, nuevas historias de nuestros títulos favoritos, más largas que el habitual DLC, con la posibilidad de que se puedan jugar teniendo el título original o no, y normalmente algo más caras. El DLC ha tenido dos hijos, uno bastardo y horrible, los micropagos, y el otro estudioso y aplicado.
'Uncharted: El Legado Perdido' es el vástago aplicado de 'Uncharted 4'. La historia de Nathan Drake ha quedado cerrada en el cuarto juego numerado de la serie, y es la hora de buscar salida comercial a esta aventura. 'Uncharted: El Legado Perdido' tiene esta tarea de buscar nuevos rumbos de futuro para la franquicia, con la premisa de que se trata de una jugada segura. Si el sabor de boca que dejara fuera irregular, se escudaría el discurso en el hecho de que es una aventura anexa a la línea principal de la saga, lo que no cerraría ninguna puerta a futuro; vimos que el resultado ha sido positivo, y si con el tiempo mantiene su éxito, quizá tenemos sucesor para Nathan Drake con Chloe.
La apuesta del equipo de desarrollo en este sentido está clara. El mensaje que han venido lanzando los principales implicados en el juego rema en dos direcciones. En primer lugar, reiteran el futuro de la saga a través de diferentes personajes, mientras que Neil Druckmann basó la campaña promocional de Uncharted 4 en la promesa de que, al menos él, no quería tener mucho más que ver con las aventuras de arqueólogos. En segundo lugar, hablan de 'Uncharted: El Legado Perdido' como un juego de duración estandarizada, que prescinde de numeración alguna en el título para mostrar que se trata de una aventura desconectada de los acontecimientos del cuarto 'Uncharted'.