El 6 de Mayo 2016 | 12:20
Se cumplen 13 años del lanzamiento de 'The Wind Waker' en Europa. Todavía recuerdo ese momento, porque por primera vez iba a tener la oportunidad de hacerme con un título de la saga prácticamente en su lanzamiento. Con una Game Cube recién estrenada, ese mismo verano iba a poder disfrutar del Zelda de los barquitos.
Mi relación con el título no iba más allá de lo que leía en la revista Nintendo Acción, material en que se fundían mis pagas por aquel entonces con esa moneda llamada Euro tan nueva y reluciente. 'The Legend of Zelda: The Wind Waker' fue, es y será precioso. En mi casa llegó a ser un juego odiado, porque mientras un servidor se dedicaba a ir de isla a isla buscando vete tú a saber qué en algún territorio desconocido, el resto de mi familia suspiraba con los hombros gachos cuando veían reflejada en la pantalla del televisor de casa ese fondo azul.
El problema era el color azul: si había agua, era 'The Wind Waker', el juego con el que el niño no soltaba el mando. Y así fue todo el verano, hasta que el jefe final del juego me hizo grabar -quizá para siempre- al que es para mí mejor jefe final de cualquier obra de la licencia. De nuevo, sensación de viaje, de avance y de disfrute. Un imprescindible que reconozco haber jugado absolutamente todos los veranos desde entonces al menos una vez.