El 22 de Octubre 2016 | 12:47
El mundo se ha venido abajo. Ya no existe la sociedad, ni los estados, ni las costumbres, ni los espacios, ni las relaciones que antes teníamos, ni siquiera las necesidades. Así que comienza una nueva trayectoria vital y social que intentamos ir superando, sin morir, a partir de lo que fuimos antes de este fin del mundo.
Pero algo no cuadra, tenemos que empezar a pensar única y exclusivamente en sobrevivir. La primera idea que se nos viene a la cabeza cuando nos planteamos la conducta en un contexto de supervivencia es que nos convertimos de nuevo en bestias, animales, donde el instinto de supervivencia aflora y todo lo demás es secundario. Más o menos esta es la tesis con la que se explica o justifica el comportamiento de los personajes y, también, el cambio en los valores morales que hemos ido observando a lo largo de los capítulos. Pero el ser humano no puede no ser racional y no ser social, y por eso la moral cambia, no se suprime. No intentamos sobrevivir nosotros, sino que intentamos hacerlo sin que mueran más personas, o al menos, sin que mueran las que consideramos que deberían seguir en este mundo.
Es como la energía, ni se crea ni se destruye
Los personajes de 'The Walking Dead' no se despojan de las relaciones personales, el afecto, la importancia de los otros, y también de la necesidad de los mismos. A veces van acompañados en su aventura de las personas importantes que tenían previamente (padres, hijas, amigos, pareja...), y siempre se encuentran con nuevos supervivientes con los que se alían. Los nuevos conflictos morales, las nuevas reflexiones, las ideas sobre el bien y el mal, en definitiva, los quebraderos de cabeza que les supone tomar una u otra decisión, responden a: ¿cómo puedo minimizar el daño? ¿Quién será más necesario vivo, yo o esta otra persona?
