El 4 de Diciembre 2017 | 10:20
Es Navidad de 2007. Con apenas 11 años, quien hoy escribe estas líneas desgarra impaciente el papel multicolor que cubre su regalo. Su Nintendo Wii, testigo privilegiado, contempla inerte cómo se ilumina la mirada de su dueño al ver que se trata de un videojuego. En la portada, Mario le niega la mirada; el exfontanero atisba sonriente la inmensidad del espacio, seguido por una estrella rechoncha. Decidido, abro la caja. A partir de ahí, solo recuerdo magia.
Un pequeño gran paso para Mario
Mi primer Mario tridimensional fue 'Galaxy', que acaba de celebrar su décimo aniversario. Ese precedente me dotó de un paladar harto exigente y de un hambre que solo ha sabido saciar 'Super Mario Odyssey'. Ni siquiera la odisea del héroe bigotudo puede equipararse a las sensaciones que me generó encontrarme con un universo colmado de planetas por explorar. Incluso ahora, diez años después, rejugarlo sigue erizándome la piel. 'Super Mario Galaxy' es la muestra de que Nintendo crea dos tipos de Mario en 3D: los que aspiran al GOTY y los que dejan su sello en la historia del medio videolúdico. El viaje intergaláctico de Mario es, sin duda, un maravilloso estandarte del segundo grupo.
Cuesta creer que haya pasado una década. Pese al transcurso de los años, aquella época tiene mucho en común con la actual. El periplo espacial de Super Mario impregnó de color a la industria en un tiempo en el que predominaban las paletas marrones. Su propuesta, completamente centrada en la diversión y en la innovación, chocaba frontalmente con la pretendida seriedad de otros títulos. En un sector cada vez más orientado al belicismo y al hiperrealismo, Mario se diferenció. Todo en 'Galaxy' está repleto de color, desde los escenarios hasta el más minúsculo pedazo de cristal. Gorra en mano, el antaño fontanero hizo una muesca en la línea cronológica del videojuego y conquistó la galaxia con una obra atemporal.