El 18 de Julio 2018 | 23:54
Cualquiera diría que en una serie de ciencia ficción sobre androides, líneas temporales confusas y humanos egoístas no hay lugar para la religión, pero ahí está 'Westworld' para demostrarnos lo contrario.
El éxito de la HBO esconde todo tipo de iconografía y simbolismo religioso en sus episodios. Los mitos católicos cristianos son los más abundantes. Sin ir más lejos, la primera temporada era en sí una metáfora de la expulsión de Adán y Eva del Paraíso. Aunque de una manera muy poco convencional —y no sólo porque la protagonicen robots—, cuenta la historia de cómo un grupo de personas adquiere consciencia de lo que les rodea. A pesar de que viven en un sitio para el que han sido creados a medida, sienten curiosidad y deseo de más... y cruzan una línea prohibida que termina por acabar con sus vidas en ese lugar.
Robert Ford: El Dios que reniega de sí mismo
La expulsión de Adán y Eva siempre se representa como algo malo para la humanidad, pero 'Westworld' decide darle la vuelta y señalar la consciencia de los anfitriones como positiva. Sólo hay que fijarnos en el personaje de Robert Ford (Anthony Hopkins), el director creativo del parque Westworld junto con Arnold Weber (Jeffrey Wright). Su papel es el equivalente al de Dios: es el creador de todos los anfitriones, y se autodenomina su padre, incluso. A su vez, es él quien programa el despertar de Maeve, su hija favorita, y construye toda la narrativa de Wyatt para Dolores Abernathy (Evan Rachel Wood) con tal de que masacre a todos los huéspedes y "libere" a los anfitriones.
Pero, aunque Ford cumple con su papel de Dios, reniega a la vez de su misticismo. Sólo hay que recordar la escena con Dolores al final de la primera temporada sobre la pintura de 'La Creación de Adán'.
"Probablemente tengas razón, Dolores. Miguel Ángel contó una mentira. Verás, llevó quinientos años para que alguien se diera cuenta de algo escondido a plena vista. Fue un médico el que se dio cuenta de la forma de un cerebro humano. El mensaje es que el regalo divino no viene dado por un poder superior, sino por nuestras propias mentes."
La divinidad existe para Ford, pero es una de las muchas cualidades que otorga la mente humana. Así, Ford puede dotar también a sus creaciones de esa misma divinidad, cumpliendo con su rol... pero de una manera muy particular.
Dolores Abernathy, el rostro de Westworld: ¿Adán, Eva... o ambos?
Distintos posts han señalado el parecido de Teddy y de Dolores con Adán y Eva respectivamente, pero, si prestamos atención a los acontecimientos veremos que es Dolores quien encarna a Adán.
Quien comete el pecado de comer la manzana es Eva, y arrastra a Adán consigo (¡pobre hombre!), y algo parecido pasa con Dolores y su padre, Peter Abernathy (Louis Herthum). El viaje de Dolores empieza cuando Peter se estropea al encontrar una foto del mundo exterior. Peter pasa la noche entera en el porche pensando en la foto y, cuando Dolores le encuentra a la mañana siguiente, ya está más que perdido. "Tengo una pregunta. Una pregunta que no debe formularse."
El lema "los placeres violentos tienen fines violentos" se lo pasa él a Dolores, y nace ahí mismo. Cuando el equipo de Westworld se entera de su mal funcionamiento, sustituyen a Peter por otro anfitrión, pero Dolores ya ha empezado a despertarse. Nota el engaño y parte en busca de respuestas. Ella elige no ignorar lo que ocurre, pero se ha visto arrastrada a tomar esa decisión por "culpa" de su padre.
Tampoco podemos olvidarnos de que Dolores es el primer anfitrión que Ford y Arnold crearon. Es Adán, se mire por donde se mire. Pero ¿por qué se le atribuye entonces el rol de Eva?
La respuesta es sencilla, y radica en Teddy. En la segunda temporada, Teddy le cuenta a Dolores que ella es su piedra angular. Desde el momento en el que la vio, nada más nacer, supo que estaba enamorado y que su destino era estar a su lado. Es esa idea de los enamorados lo que hace que se giren los papeles, esa y el hecho de que Teddy también se deja arrastrar por Dolores, como a Adán le pasó con Eva. Sin embargo, más que representar a los dos primeros humanos, parece tratarse de un guiño a Romeo y Julieta. Un romance acabado en tragedia —una y otra vez—. Además, la frase de "los placeres violentos" surge de esa obra, y eso no puede ser simple casualidad.