El 5 de Diciembre 2018 | 11:00
Stan Lee dio el salto a la pequeña y a la gran pantalla después de haber consolidado su fama como guionista y creador en el mundo de las novelas gráficas. A su vez, el Universo Cinemático de Marvel empezaba a coger fuerza, y sus personajes e historias estaban llegando a mucha más gente que los cómics, y su presencia a modo de cameo le tuvo en boca de todo el mundo. A raíz de esos dos factores, Lee pasó a trabajar también en series animadas, películas y documentales, tanto como protagonista como detrás de las cámaras.
Las series y las películas de animación son quizás lo más conocido. Empezó como narrador de series como 'El Increíble Hulk', 'Las nuevas aventuras de Spider-Man' y 'Spider-Man y sus sorprendentes amigos', todas de los ochenta, y destacaba porque cada episodio empezaba y concluía de la misma manera: "This is Stan Lee saying, Excelsior!". A medida que la animación iba cogiendo más y más fuerza, pasó a ser el productor ejecutivo de 'Spider-Man: La serie animada', en la que además apareció como un personaje más (él mismo) en el episodio final. En él, Spider-Man salía de la ficción a nuestra realidad y conocía a Lee, su creador, y le daba las gracias. Joan Lee, esposa del artista, también colaboró prestando su voz a Madame Web, que buscaba a Spider-Man para devolverlo a su mundo, y en el momento de la despedida tuvo un emotivo intercambio de palabras con Spider-Man sobre él: "Ese Stan Lee del que hablas va a ser un gran hombre." "Más de lo que crees."
Dejando de lado la animación de Marvel y los pequeños cameos, tenemos que destacar sus proyectos más allá de la Casa de las Ideas. Con los superhéroes siempre en su corazón, Lee dirigió y produjo dos programas de televisión.
El primero, un reality show en 2006 y 2007 titulado 'Who Wants to Be a Superhero?', cuyos concursantes se disfrazaban e interpretaban a sus propios superhéroes. Cada semana, Lee les proponía distintas pruebas para así descubrir cuál de ellos tenía auténtica madera de héroe: honestidad, coraje, secretismo eran sólo algunas de las cualidades básicas que tenían que demostrar... y no convertirse en supervillanos, claro. El premio para el ganador consistía en tener su propio personaje como protagonista estrella de un cómic de Dark Horse esrito por Lee, una película original que iba a presentar Sci Fi Channel y un viaje para dos personas a Universal Studios Florida.
Algo más longeva y popular fue 'Superhumanos', un documental protagonizado por el contorsionista Daniel Browning Smith que tenía como misión buscar superhumanos: personas de todo el mundo con grandes capacidades físicas o mentales tales como resistencia extraordinaria a la electricidad, la capacidad de aguantar la respiración durante largos periodos de tiempo o el poder de interpretar cualquier pieza de piano después de escucharla una sola vez. Dos programas que significaron mucho en su momento, pero que con la llegada de proyectos más grandes se han dejado un tanto de lado.
Pero si lo que os interesa es la biografía de Stan Lee y su importancia en el mundo de los cómics, no os perdáis los documentales 'Stan Lee: Un gran poder' o 'Stan Lee's Mutants, Monsters and Marvels' que surgieron a raíz de extensas entrevistas sobre su vida y carrera, en especial lo referente a Spider-Man. Una forma maravillosa de acercarse al hombre detrás del mito y de deconstruir la figura de Lee, la sinceridad tras la grandeza.
Una vida admirable
Stan Lee tuvo la vida a la que todos nos gusta aspirar. Revolucionó el mundo de las artes, al que se entregó y lo mejoró, y no por nada su nombre es sinónimo de grandeza, reminiscente de una época dorada. No fue fácil, y buena parte de su éxito se debe al tiempo y al esfuerzo invertidos en cada una de las mil caras que se trabajó en su carrera profesional. ¿Pero valió la pena? Por supuesto que sí, por todas y cada una de las personas a las que cambió la vida.
No sintamos tristeza, porque siempre vivirá en el legado que ha dejado al mundo. Releamos sus obras con una sonrisa, apreciemos cada matiz de esos personajes en los que volcó su corazón. Dejémonos llevar por las cadencias de su voz cada vez que volvamos a verle en una pantalla. Y, sobre todo, tomemos ejemplo de su vida y apliquemos su experiencia y sus lecciones a la nuestra.
Al fin y al cabo, es la mejor forma de ser Excelsior nosotros también.