El 29 de Marzo 2017 | 22:10
Voy a empezar este reportaje con una frase que odio: lo indie está de moda. Y no la odio porque sea mentira que los videojuegos de corte independiente han ganado popularidad en los últimos años, sino porque que sea una moda significa que en algún momento dejarán de ser atractivos para el público y caerán presos de las garras del olvido. En realidad es todo lo contrario. Según mi opinión, los juegos indies son necesarios para el avance del propio medio; no pueden quedarse en la efímera categoría de 'moda', sino que tienen que ir a la vanguardia explorando aquellos terrenos en los que las producciones más grandes no se atreven a entrar.
Pero claro, hablar de indie es generalizar mucho. Es difícil -prácticamente imposible- plantar una línea divisora y decir "aquí acaba lo indie y aquí empieza lo mainstream". Dentro de los videojuegos creados por estudios independientes podríamos distinguir entre varios títulos que, por razones que tampoco merece la pena pararse a enumerar, gozan de más reconocimiento entre la comunidad. Está claro que lo indie tiene unas raíces más profundas de las que podemos ver a simple vista, se crea como una especie de efecto iceberg que provoca que sólo veamos una mínima parte de toda la enorme producción independiente que se lanza cada año.
La producción indie es inabarcable
Dentro de esa vasta producción podemos encontrarnos con muchos videojuegos y no todos de gran calidad: muchos son cortos como un poema, otros tan largos que podrías estar toda tu vida jugando a ellos. Algunos no pasan de ser simples proyectos experimentales, otros sólo buscan darle una vuelta de tuerca a los géneros más conocidos. Todos necesitan que les demos amor, porque no son otra cosa que el producto de amantes de los videojuegos haciendo videojuegos. Por eso, y porque lo indie no acaba en 'Undertale', hemos recogido en este reportaje varias joyitas indies que estaban escondidas en lo más profundo del panorama.