El 24 de December 2014 | 17:00
Una de las ventajas que tienen hoy en día las consolas es que ofrecen muchas posibilidades para que los padres estén más pendientes de lo que hacen sus hijos. Por ello, tienen el llamado "control parental". Consiste en una configuración del menú que permite evitar que el niño pueda utilizar juegos que no sean recomendados para su edad, que el niño acceda a internet si no queremos, que acceda a servicios de compra por internet, previniendo gastos inesperados e, incluso los padres pueden observar un registro de lo que hace el niño con la consola.
Sin embargo, hay una cosa que ninguna consola puede hacer, pero los padres sí podemos, que es establecer unas normas para jugar. Así, si los padres tampoco configuramos las opciones de control parental, la consola no dirá a nuestro hijo por sí sola que no puede jugar a un título para mayores.
Los padres deben establecer claramente en qué horarios se puede jugar a la consola y en cuáles no, al igual que a otras edades hay unas horas marcadas para jugar a los juguetes u otras para estar en la calle con los amigos. Esto ayudará, por un lado, a que los niños se marquen una disciplina y unos hábitos de diferenciar entre hora de obligación y hora de ocio, y además les permitirá disfrutar mucho más de su rato de jugar a la consola.
Estas normas deben ser decididas por los padres, y también explicándole al niño o la niña la razón de establecer esas normas, para que sea partícipe de esas normas y así las acate con más predisposición. Las horas marcadas dependerán de cada hogar, situación y tiempo disponible, pero es personal. Hay padres que prefieren que la consola sea un entretenimiento de fin de semana, y el niño tiene más horas para jugar entonces. Otros, marchan un rato después de terminar los deberes, etc. Lo importante es que sea algo fijo, marcado y claro, porque si no cada día habrá una discusión sobre "ayer me dejaste tanto tiempo" y "hoy quiero jugar un poco más".