El 5 de Marzo 2018 | 14:10
Tras la primera de 'Hellboy' llegó la película que le abriría la puerta de los Oscar. En 2006 firmaba nuevamente una historia propia bajo el nombre de 'El laberinto del fauno'. La guerra civil española volvía a ser el marco donde la fantasía y los elementos de terror se daban la mano y lo llevaron al éxito internacional. Con esta producción Del Toro obtuvo el BAFTA a mejor película de habla no inglesa, arrasó en los Goya de 2006 y obtuvo tres estatuillas de la academia estadounidense, pero ninguna a su persona como director o guionista.
A partir de entonces, secuela de Hellboy mediante, compaginó aún más su faceta de escritor y director con la de productor, y no sería hasta 2013 cuando volviese a ponerse detrás de una cámara de cine para rodar 'Pacific Rim', su particular homenaje a las películas asiáticas de monstruos como Godzilla. Tras ella llegó 'La cumbre escarlata' y la producción por la que finalmente se le ha reconocido su labor detrás de las cámaras, pero el universo que es capaz de crear el mexicano ha conseguido que tenga tras de si una importante legión de fans dispuestos a disfrutar en cualquier momento de él.
"Soy mexicano. Nadie ama la vida más que nosotros, porque somos muy conscientes de la muerte. Lo bello de la vida está lado a lado con el único lugar al que todos vamos. Todos en este planeta subimos a un tren cuyo destino final es la muerte. En el tren vamos a vivir, vamos a tener belleza, amor y libertad", afirmaba Del Toro tras recoger su Globo de Oro a mejor director por 'La forma del agua'. En esta declaración puede recogerse la idea principal de su cine, de las atmósferas que consigue dejar patente en cada una de sus producciones como guionista y director, así como de su relación con el cine clásico.
Una fantasía real
Cuando hablamos de fantasía nuestra mente tiende a imaginar mundos totalmente ajenos al nuestro, y precisamente el universo que crea Guillermo del Toro se desentiende de este concepto para acercarlo mucho más a la realidad del día a día. Prueba de este giro en el concepto de fantástico es la propia película por la que se ha llevado el Oscar. Se trata de un guión ambientado en plena guerra fría, donde Estados Unidos y la Unión Soviética mantenían el pulso por el control, estando a la orden del día los ensayos y experimentos en toda clase de ámbitos.
Con esta base la historia que nos presenta toma los elementos de fantasía y los encaja en un ambiente real con situaciones que se podrían desarrollar en nuestro mundo, aunque nunca olvidemos la vertiente de libertad creativa de este tipo de proyectos.
Este mismo planteamiento de fantasía integrada en el mundo que conocemos también ocurre con su película más comentada hasta la llegada de la actual. En 'El laberinto del fauno' se vuelve a dar este hecho, que ya se dejaba ver también en la primera película que ambientaba en la guerra civil española.
Por si integrar estos elementos en el mundo actual de forma creíble no fuese suficiente, a Guillermo del Toro se le suma la habilidad de integrar un elemento más en la ecuación, el terror, con el que es capaz de crear mundos muy oscuros dentro de la propia realidad que todos conocemos, y todo ello de forma chocante con su actitud respecto a la vida, donde lo solemos ver como una persona vitalista y alegre, aunque quizás esta división entre la penumbra y la vitalidad venga, como recogemos en sus declaraciones, de su lugar de nacimiento y el tratar a la muerte como un elemento más de nuestro paso por el mundo.
Cuando recogía esta madrugada el Oscar a mejor película aseguraba, entre aplausos, "quiero decirles a todos que pueden usar el genero fantástico para contar historias", y en ella resumía su forma de ver y entender la vida. A lo largo de sus más de 25 años en la industria el director siempre ha empleado la fantasía para contar historias que van más allá del mero hecho fantástico, y sin salirnos de la galardonada de la noche, en 'La forma del agua' encontramos una historia de amor entre dos personas con sus propias barreras a superar, como podríamos encontrarnos en cualquier película que nos muestre un personaje con metas a superar, pero sólo de la cabeza del mexicano podría surgir trasladar estas barreras a un ser acuático y una limpiadora muda de una instalación secreta.