El 25 de Abril 2018 | 22:30
¡Continuamos con las 8 lecciones que nos ha enseñado 'The Handmaid's Tale'! Hasta ahora, hemos visto las más duras, pero también encontramos mensajes menos catastrofistas. Veamos cuáles:
5. No todo el poder se encuentra en las altas esferas
Incluso en una sociedad tan injusta como la de 'The Handmaid's Tale' es imposible concentrar el poder en un grupo de privilegiados.
Al contrario de lo que parece a simple vista, quienes tienen el poder de verdad en 'The Handmaid's Tale' no son otras que las propias criadas. La serie —y también el libro— lo transmite de una manera simbólicamente maravillosa: con el color. El rojo de los vestidos de las criadas no es aleatorio, ni mucho menos.
Sí, son sistemáticamente torturadas, mutiladas, esclavizadas, violadas y asesinadas. Pero la razón de todo esto es el rechazo a su poder. Son las únicas mujeres que quedan capaces de dar a luz a bebés sanos. Son la clave de la economía y de la política del momento, dentro y fuera de Gilead. Son tan importantes que hasta se convierten en mercadería. El pilar de todo un sistema. ¿Qué pasaría si el pilar decidiera que ya se ha hartado?
Pero el poder es algo muy subjetivo. También hay que tener en cuenta que no es duradero.
6. Cuida de las tuyas
Hay una frase fantástica de la novela de Atwood que dice lo siguiente: "Puede haber alianzas incluso en esos lugares, incluso bajo esas circunstancias. Es algo de lo que se puede depender siempre habrá alianzas, sean de un tipo o de otro."
Tus hermanas, tus amigas, tus novias. Tus madres, tus hijas, tus abuelas. Tus aliadas. Todas. Los lazos que pueden unir a las mujeres son más fuertes de lo que uno se atrevería a imaginar, y la capacidad de soportar lo indecible unas por otras, todavía más. Lo vemos con June y Moira, con June y Hannah, con Janine y su bebé Charlotte/Angela. En los tres casos, ambas partes son separada en más de una ocasión.
En el primero, y a pesar de todo lo que han tenido que soportar cada una en solitario, Moira y June se mantienen fieles la una a la otra. En el segundo, el deseo de reunirse de nuevo con su hija motiva la decisión de June de soportar lo que haga falta y sobrevivir.
El caso de Janine es el más particular y delicado, dado que entra en juego su salud mental. Centrémonos en que amaba tanto a su hija que renunció a la posibilidad de que estuvieran "juntas para siempre" (saltando de un puente con el bebé en brazos) con tal de que creciera y tuviera una buena vida. Más tarde, eso tendría sus consecuencias: Janine condenada a morir lapidada por las demás criadas, y ni siquiera entonces muestra arrepentimiento.
"Morimos por falta de amor," concluye así la cita de Atwood. Cuidemos de nuestras aliadas. Querámoslas. Son lo más valioso que tenemos.
7. Cuida de ti misma
Pero cuidar de otras no implica descuidarse a una misma. Jamás. Resistir contra las injusticias resalta los límites personales, y hay que saber cuándo dar un paso atrás y tomarse un respiro. Cuidar de ti misma es la mejor manera de asegurar que no vas a acabar quemada.
Cómo hacerlo ya depende de cada una. En 'The Handmaid's Tale' lo vemos de diversas maneras: dando un paseo por el río, leyendo una revista de moda o comiendo helado. Métodos sutiles y casi triviales; pequeños intentos de reivindicar la poca libertad que tienen las criadas. También los hay de drásticos, como tallar de forma ilegal mensajes de esperanza para desestresarse. Por suerte, nosotras lo tenemos algo más fácil. Recemos para no llegar nunca a este punto.
8. Eres más de lo que otros quieren ver
¿Cuántas veces nos hemos visto relegadas a los puestos de «la hija de» o «la novia de»? ¿Cuántas veces leemos y vemos a mujeres estancadas en los arquetipos que se supone que representan? ¿Que representamos?
Existes. Eres válida. Importas. Tienes un nombre y una historia propios y no eres el accesorio de nadie. Y, sobre todo, tu apariencia no revela todo de lo que eres capaz, ni tu fuerza. Cuando vemos al Comandante Waterford darle un vestido a June, maquillaje y zapatos, soltarle el pelo y afeitarle las piernas, notamos cómo intenta dejar atrás su papel de criada por una noche. Cómo intenta convertirla en Cenicienta. Pero, al igual que pasa con la princesa de cuento, eso no cambia nada de su interior. June no olvida quién es en ningún momento. Como mucho, lo convierte en un arma que usar contra Waterford para ver a Moira y para ayudar a Mayday. De la misma manera, el traje de criada no consigue arrebatarle su antiguo yo. No la reduce a ser sólo Defred.
Las criadas son un buen ejemplo de cómo la sociedad encasqueta un rol en una persona —en especial en las mujeres— y es incapaz de ver más allá de él. Las criadas son paridoras. Nada más. No tienen nombre ni identidad, ni siquiera son algo fijo. Nadie las ve como personas propias; como mucho, son apéndices de terceros. Ni siquiera ellas mismas deben pensar que son algo más. Un poco como nosotras.
Estas son ocho de las lecciones que 'The Handmaid's Tale' nos ha enseñado de momento. La segunda temporada, que se estrenará el 26 de abril, seguro que nos trae muchas de nuevas, importantes y, sobre todo, feministas.
Pero hay una que prevalece por encima de todas, de estas y de las que están por venir. Una que resume perfectamente el significado de la serie, de la novela y de la película. El mensaje por excelencia de 'The Handmaid's Tale' que todos debemos aplicar en nuestro día a día. Creo que ya sabéis todos cuál es.
Nolite te bastardes carborundorum.