El 6 de Noviembre 2017 | 23:00
Pocos días después de que se desatara todo lo relacionado con el caso Weinstein, Woody Allen declaró que tenía miedo de que se desatara "una atmósfera de caza de brujas, donde cualquier hombre que guiñe el ojo a una mujer en la oficina tenga que llamar a un abogado". Y ante esto he de hacer dos puntualizaciones: no estamos ante ninguna caza de brujas, sino ante una onda expansiva, y guiñarle el ojo a una mujer en un ámbito laboral está totalmente fuera de lugar. Básicamente porque el guiño, a nivel social, suele querer indicar una atracción sexual. Por cierto, Woody Allen confirmó haber oído rumores sobre Weinstein y no haber denunciado nada.
Goteo de casos
Una gran cantidad de productores y actores han sido denunciados por acoso, por abuso e, incluso, por violación. El veintitrés de octubre, un reportaje estadounidense publicó la denuncia de más de cuarenta mujeres contra James Toback. Seis días después, Kevin Spacey fue acusado de agredir sexualmente al actor Anthony Rapp; en los días siguientes, más hombres se sumaron a la denuncia de Rapp.
El uno de noviembre, seis actrices acusaron a Brett Ratner (X-Men) de abuso sexual, aunque el director rechazó todas las acusaciones. Dustin Hoffman fue acusado de acoso por Anna Graham Hunter, por algo que pasó cuando ella tenía solo diecisiete años. Pero esto fue más allá del cine: el mismo día, el ministro británico de Defensa, Michael Fellon, dimitió tras haber sido acusado de acoso sexual por una periodista.
Y las denuncias no han parado aquí. La última fue la de Jualianna Margulies, que acusó tanto a Weinstein como a Steven Seagal de acoso sexual. Según Margulies, es necesario que se comience a hablar de esto, que no queda en el olvido, porque las actrices jóvenes podrían continuar padeciéndolo en silencio, y no es eso lo que necesitan. Necesitan que estos casos de abuso cesen.