El 28 de Noviembre 2017 | 10:10
Pero vamos a salir de la valoración exclusiva hacia el presidente de los EEUU y vamos a pensar por un momento en un plano más general, no exclusivo de la política ni de la ideología. Es válido para la religión, o para las modas. Es válido en general para la realidad que vivimos: la zombificación está ahí, y el "efecto Trump" es sólo una de las muestras. La pérdida de voluntad y la consiguiente lacra de identidad son el detonante de la aceptación, de la obediencia desmedida. Da igual pensar en cómo caminamos mirando el teléfono móvil, dependientes de las noticias filtradas segundo a segundo para emitir una opinión sesgada. Da igual en qué país votamos.
En el cine de zombis, y ya volviendo al estilo de relato de seres creados por la acción de un virus, este último "existe" en la sociedad, aunque no sea un agente vírico real, sino de ideología. Un pensamiento que entra, se expande, se adueña del cerebro y en última instancia, se hace con su control, desatendiendo toda conciencia, eliminada en pro de la voluntad natural de la ideología. Y sí, estos zombis son mucho más parecidos a los que la literatura ha situado tantas veces al servicio de los vampiros. Aunque sin recurrir a los libros, pero sí al formato anime, podemos citar sin miedo el primer y fabuloso episodio de 'Hellsing', donde con un atronador formato estilo 'Resident Evil', las fuerzas especiales afrontaban el ataque en una iglesia de un grupo de zombis controlados por el vampiro principal. Y es que en la sangre está (en esta clase de obras) la vida, y con ella, el espíritu, que después dejan atrás el cascarón mortal (excelente frase en 'Tiempo de Melodía', de la ahora omnipotente Disney).
¿Pero qué ocurre cuando se trata del futuro? Por supuesto no queremos decir con esto que nuestros vecinos estadounidenses estén bajo una plaga zombi que pueda diezmar el mundo. Pero sí que todo filme de zombis suele tener un final determinado, y no suele gustar. Rara es la producción que no acaba arrasando las "tropas" zombi a base de armas, y si pensamos en 'Resident Evil', ahí está la clásica explosión del complejo o de Raccoon City por acción de un misil termonuclear. Tómese esto no al pie de la letra, sino como alusión a la necesidad de dar un giro brusco a los acontecimientos, y es que como en cualquier buena historia de terror, lo que hay que eliminar no es a los infectados, sino hacer frente al virus. Exactamente como en cualquier enfermedad. Pues cualquier célula superviviente es capaz de contagiar a los demás, y volver a generar problemas, y cualquier virus puede hacerse fuerte en un ambiente apropiado; es en los momentos de depresión cuando una ideología toma rigurosidad. La misma que empuja a una persona a asociarse a algún grupo extremista sea religioso o político. ¿El antivirus? La educación y dotar de criterio y sabiduría.
Que no os muerdan nunca
Acabamos esta pequeña disertación sobre el efecto zombi y el éxito de Donald Trump con una referencia directa pues a lo más importante, y a lo ya tratado cuando hablamos de los soldados de 'Wolfenstein': la crisis de identidad, la pérdida de la misma; cerebros trepanados para evitar toda conciencia. Y en última instancia, como referencia zombi americana, echemos la vista atrás y recordemos cómo en mitad de la crisis de 'La Noche de los Muertos Vivientes' del maestro George A. Romero, que siempre iba un paso más allá, las explicaciones se pedían en una agitada entrevista a miembros del gobierno, en una toma con cámara al hombro en la que no faltaba el parlamento de los EEUU, en Washington como telón de fondo. Los zombis también son soldados, y los más peligrosos. No por su número. Sino porque contagian. Y amigos, así también se ganan elecciones, opte quién opte a la presidencia.