Por Marco Gonzálvez
El 29 de Agosto 2016 | 08:20
Hace unos días discutía con un amigo sobre si 'Nioh' es feo o solo lo parece y ciertamente el juego flaquea en lo técnico no mostrando nada especialmente destacable en cuestiones de iluminación, efectos o virguerías gráficas que lo hagan digno de un juego de esta generación, algo que no debería extrañarnos dado que es un desarrollo que lleva dando vueltas y sufriendo cambios desde la pasada generación. Tampoco es memorable en lo artístico lo que hemos podido ver hasta la fecha, con consigue en su oscuridad y decadencia dejarnos estampas tan brillantes e impactantes como lo hacen los juegos de la franquicia de marras.
Donde esta odisea infernal brilla es en el trabajo de animación, el Team Ninja de esto sabe un poco y muestra de ello son los últimos Ninja Gaiden. Cada acción de William le da un empaque único que le dota de una personalidad que todavía no ha sido perfilada debido a la poca información que tenemos de este nuevo guerrero que por algún motivo decide desembarcar en un pueblo pesquero de a priori inocentes habitantes a los que ejecuta sin mediar palabra porque sus razones tendrá, el hombre.
Que el trabajo de animación del juego suponga un punto positivo lo suficientemente válido como para tenerlo en cuenta dependerá de los gustos de cada tipo de jugador, personalmente es uno de los elementos que más me han gustado del juego y la ilusión de conseguir un arma nueva para poder probar todos sus combos y disfrutar de su animaciones propias en un terreno libre de distracciones así como los vídeos grabados con el móvil para enviarlos a amigos son una constante en mis partidas a 'Nioh'. Podría pasarme semanas desenvainando y volviendo a envainar las katanas dobles.