El 11 de Febrero 2017 | 19:53
A día de hoy, Studio Ghibli es casi un esqueleto de lo que fue en su día, con un Hayao Miyazaki que tiene una jubilación de Schrodinger, que a veces dice que está jubilado y otras veces que no. En su momento, fue toda una eminencia de la animación japonesa al traernos muchas películas que a día de hoy son clásicos como 'Mi Vecino Totoro', 'La Princesa Mononoke', la oscarizada 'El Viaje de Chihiro' y 'El Castillo Ambulante', junto a 'Porco Rosso', 'Nausicaa del Valle del Viento' y 'Nikki la Aprendiz de Bruja', pero recientes obras no llegan a la maestría de lo que fue como un 'Ponyo en el Acantilado' que es una buena película infantil y ya, o una olvidable 'El Viento se Levanta'.
Veo mucha gente autodenominada Generación Ghibli, que adora la figura de Miyazaki, y en parte lo entiendo porque desde nuestro marco occidental y europeo, lo que hace Miyazaki no se ve todos los días en la animación. Aquí solemos recibir muy poca animación fuera de la normatividad de Disney, Dreamworks y grandes productoras estadounidenses, con lo que una película de animación japonesa es ya de por sí como un ser extraño y curioso por descubrir, aunque no es tan genial como nos lo pintan.
El Miyazaki tecnófobo y anticuado
Una cosa positiva que se puede decir de Ghibli es que su estilo de animación tradicional es uno de los más cuidados posibles, con muy pocas técnicas para abaratar la animación, por su manía y obsesión detallista en busca de la perfección humana. Sin embargo, esta obsesión por el trabajo bien hecho ha provocado que salgan muchas críticas a su forma de actuar, puesto que salen muchas declaraciones de ex trabajadores que dicen que es imposible trabajar con él debido a la enorme exigencia y carga que pone sobre ellos.
La tecnofobia también es latente y una constante en él, pues si bien en 1989 una película como 'La Bella y la Bestia' se apoyaba en la animación con imágenes generadas por ordenador en escenas complicadas, Miyazaki se resistió hasta que en el 1997 hizo uso de la animación digital para el difícil proceso de animar el monstruo que acecha el pueblo de Ashitaka, y la película 'El Viaje de Chihiro' ya fue animada casi enteramente mediante animación digital en 2001. Esta faceta de Miyazaki que demoniza la animación digital no es positiva en alguien que se supone que es la eminencia de la animación japonesa, una industria que debe actualizarse constantemente para poder sobrevivir y dar mejores resultados y facilitar la animación con las tecnologías digitales. Aunque el hecho de que la industria del anime no avance tecnológicamente no es sólo culpa de Miyazaki, puesto que requiere de una fuerte inversión en infraestructuras para poder llegar a la calidad visual de los 4K que comenta Thomas Romain, pero si uno de sus máximos exponentes se niega a la modernización de la animación, pocos estudios van a sentir las ganas inmediatas de actualizarse.
Un Miyazaki idealizado que oculta el resto de Ghibli
Studio Ghibli no es sólo Hayao Miyazaki, y eso lo sabe cualquiera que mire un poco más allá de los grandes éxitos. Claro que, ante el éxito internacional de 'Nausicaä del Valle del Viento' que hizo antes de fundar Ghibli y el Oscar de 'El Viaje de Chihiro', único Oscar que se ha llevado una película japonesa, es lógico que su nombre resuene mucho más que los de sus compañeros. Ha conseguido tres de las seis nominaciones a la academia que ha recibido el estudio, si contamos la coproducción de 'La Tortuga Roja', y es que ha puesto la animación japonesa para cines en el ojo internacional mainstream después del paso de 'Akira' en cines, que hizo creer que toda la animación japonesa es hiperviolenta e hipersexual.
Aparte de Miyazaki, el nombre Isao Takahata resuena un poco, pero es difícil que alguien que no esté especializado lo relacione con 'La Tumba de las Luciérnagas', una de las muchas películas de Ghibli que no son de Miyazaki, y aún así no la relacionan fácilmente con el estudio. La larga carrera de Ghibli tiene otras joyas, especialmente de Isao Takahata como 'Pom Poko' o 'La Princesa Kaguya', que esta última ha recibido algo más de reconocimiento mediático por ir acompañado de 'El Viento se Levanta' en una sesión doble. Bastante suerte tuvieron 'Cuentos de Terramar' de Goro Miyazaki aunque gran parte de su promoción sea "está hecha por el hijo de Hayao Miyazaki", cosa que no se repitió con 'La colina de las amapolas'; 'Arrietty y el mundo de los diminutos', y 'El recuerdo de Marnie'; aunque esta llevará la marca de ser la última película de Ghibli tal y como la conocemos.