El 25 de Agosto 2017 | 09:17
Los reyes del mundo de la cocaína
El cártel de Cali vivió muchos años a la sombra del de Medellín, lo que fue muy beneficioso para los Orejuela para evitar llamar la atención del resto del mundo. Todo el mundo, literalmente, iba detrás de Pablo Escobar por culpa de unas ansias de poder que acabaron por derribar su imperio. Su uso de la violencia extrema contra propios y extraños obligó al gobierno colombiano a centrar todos sus esfuerzos en Escobar, olvidándose por completo del resto de jugadores. Eso no quiere decir que el cártel de Cali no fuera violento (lo era y mucho), pero pasó desapercibido mucho tiempo.
El cártel comenzó como una banda conocida como Los Chemas, que se dedicaba a la extorsión y el secuestro. Luego se adentraron en el tráfico de marihuana, pero al ver que sus márgenes eran muy pequeños, decidieron dar el salto a la cocaína. Según informes de la DEA, los de Cali copaban el 70% del negocio de la cocaína en Estados Unidos y el 90% en Europa. Robert Bronner, agente de la DEA, la califica como"la organización criminal más poderosa del mundo. Ninguna organización les rivaliza ahora y probablemente nunca en la historia".
El cártel de Cali no externalizaba ninguno de sus servicios, desde la recogida de la coca hasta el camello vendiendo en las calles de Miami estaban en nómina. Se calcula que cada año ingresaban siete mil millones de dólares, lo que explica el porqué de este vídeo de Netflix.
Células independientes
La estructura del cártel se dividía en pequeñas células independientes, lo que permitía que, a la mínima sospecha, se cerraba y se creaba otra. Cada una estaba dirigida por lo que llamaban caleños, gentilicio de Cali, que eran los que contactaban con otro intermediario hasta llegar a lo más alto de la cadena. El código de conducta era muy estricto y duro: siempre debían llevar ropa que no destacase y coches familiares de cuatro puertas, y nunca emborracharse ni organizar fiestas. No se permitía el fracaso ni la deserción. Quebrantar alguna regla suponía no sólo la muerte del infractor sino también de su familia en Colombia.
Cali sólo contrataba a colombianos, lo que dificultaba a las autoridades infiltrarse entre sus filas. Los vendedores al por mayor tenían que dar un aval, ya sea con dinero en efectivo o propiedades, en caso de que la mercancía se perdiera. La familia también actuaba como aval para evitar que los vendedores no se convirtieran en informantes.