El 24 de Marzo 2017 | 00:10
Hay una característica del cine giallo que en las primeras películas del subgénero apenas aparece esbozada pero que se va acentuando con los años; los asesinos de los largometrajes adquieren habilidades sobrenaturales que les permiten realizar auténticas matanzas con los cuerpos de sus víctimas. Más que una cualidad narrativa, esto es una justificación que comenzaron a utilizar los directores para poder imprimir más morbosidad a las escenas de violencia, que solían grabarse con planos muy largos -llamados aquí "sequenza lunga"- que acababan con un coreografiado éxtasis gore que servía para idealizar el asesinato.
En los últimos compases de este subgénero vemos cómo los directores comienzan a abusar de estos recursos paranormales. Dario Argento estrena en 1975 su película 'Profondo rosso', en la que ya se puede apreciar una desviación de las características principales del cine giallo en pos de un acercamiento al terror sobrenatural. Con 'Suspiria', el director abandona muchas de las cualidades del subgénero que él mismo había ayudado a implantar y se acerca peligrosamente a los slashers que hoy en día conocemos.
"Tu quoque, slasher, fili mi"
Y no hay nada de malo en desviarse hacia este otro subgénero cinematográfico, pero esos primeros pasos hacia un nuevo subgénero ocasionaron el final del propio cine giallo tal y como se conocía, ya que fue la consolidación de los slashers estadounidenses a finales de los 70 la que trajo consigo la muerte de este peculiar terror italiano. Aun así, durante los años 80 quedan algunos largometrajes que sirven como reminiscencias de lo que fue el cine giallo, tales como 'Tenebrae' de Diario Argento, 'Aquarius' la primera producción de Michele Soavi o 'Vestida para matar', de Brian de Palma.