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'Animal Crossing: Pocket Camp' y la perversión de la amistad

LOS AMIGOS SON SOLO UN NÚMERO

'Animal Crossing: Pocket Camp' y la perversión de la amistad

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El 29 de Noviembre 2017 | 22:40

Animal Crossing: Pocket Camp convierte la amistad, lo más importante de la saga, en un número.

Hay un momento en el que la relación de intereses se hiperboliza y duele más si cabe. Cuando un habitante no puede aumentar más su nivel de estima hacia el personaje, deja de ser útil. El criterio para intimar con uno de los animales ya no es sentir simpatía hacia ellos, sino exprimir los beneficios que otorga satisfacerlos. Entonces sucede algo horrible: quieres que se vaya y que llegue otro para repetir el proceso. Antaño, que un vecino se marchara del pueblo suponía una desgracia. Las banderas de la localidad ondeaban a media asta porque era un momento triste.

Cuando Gladis se fue de mi humilde villa en 'New Leaf', me sentí realmente fastidiado. A partir de aquella experiencia desagradable me propuse enviar cartas al resto de habitantes y charlar con ellos siempre que fuera posible. Si la mecánica principal es la amistad, 'Animal Crossing' funciona, pero eso no ocurre en 'Pocket Camp'. Me di cuenta al expulsar a un vecino porque interactuar con él ya no me aportaba rédito alguno. Al apagar el móvil y reflexionar sobre ello, decidí desinstalar la aplicación.

Hay usuarios que construyen cárceles y crean sectas

Como explica Pablo Algaba en su libro 'La Aldea Feliz', esconder las costuras del sistema de relaciones es la mayor virtud de 'Animal Crossing'. Lo último que necesita la saga es errepegeizarse y eso es justo lo que acontece en 'Pocket Camp'. El problema no es que exista intercambio de favores, algo tradicional en la serie, sino que se concrete en un sistema de niveles de afecto. En 'New Leaf' hay interacciones que no conllevan un premio material para el jugador. La mayoría de ocasiones, los vecinos agradecen el gesto con tan solo un chascarrillo. Sin embargo, eso es más que suficiente, ya que uno no cuida a sus amigos por interés. En 'Pocket Camp', los detalles tornan en misiones vacías. El nuevo título de Nintendo industrializa y pervierte los lazos; toda conversación tiene una motivación crematística.

Más sombras que luces

El problema no radica en los ejemplos de jugabilidad emergente que circulan por la red, en los que varios usuarios crean sectas y cárceles en 'Pocket Camp'. Las perversiones del sistema por parte de los jugadores siempre existirán. El óbice está en que esta vez es la propia Nintendo la que apuesta por una mecánica contraria al mensaje principal de la saga. Esta entrega no simula vida, sino negocios. Y los animales, ahora, no son más que herramientas para que fructifiquen.

'Animal Crossing: Pocket Camp' añade mecánicas interesantes, como un sistema de crafteo que estoy convencido de que llegará a la plausible versión de Switch. Empero, en su afán por aumentar el grado de accesibilidad de la experiencia, la iteración para móviles destroza la esencia de la saga. Los números facilitan las partidas rápidas, pues es mucho más sencillo autoimponerse metas concretas, pero el precio a pagar es excesivo. Todo fan de la franquicia rememora su primer pueblo y a sus respectivos habitantes. Eran más que personajes; se convirtieron en amigos. Si es tu caso, 'Animal Crossing: Pocket Camp' destroza esa clase de recuerdos, pues tus compañeros no son más que un número. Con esa premisa, el de 'Pocket Camp' será un poblado que jamás querré visitar de nuevo.

Si el tema planteado en este artículo te inquieta, puedes seguir ahondando en él a través de este texto publicado por Violeta Sarabia en Anait Games el pasado 23 de noviembre.

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