El 20 de Agosto 2016 | 11:03
En la industria del videojuego acostumbramos a poner etiquetas a todo. Para nosotros, siempre existe una clasificación cuadriculada y bien medida de cómo son los videojuegos y qué los hace ser cómo son. Si en un título peleamos contra enemigos a tiempo real es de acción, si lo hacemos disparando balas es un shooter, y si además es en primera persona, un FPS. Así pues, la forma en la que precibimos los videojuegos y los valoramos también se reduce a una serie de parámetros en las críticas. Qué gráficos tiene, si es divertido o no, si es rejugable, si cuenta con un buen guión.
Por ello el sector indie es tan especial. Cada vez salen más y más obras que al ser pequeñas y no estar auspiciadas por grandes compañías nos muestran de lo que es capaz el medio, y que si nos atenemos a los criterios habituales resultan cuanto menos inclasificables. Antes si un juego contaba una historia sin necesidad de introducir combates y enemigos porque sí, automáticamente pensábamos en las aventuras gráficas y los puzles o similares. Ahora tenemos los (mal llamados) Walking Simulators, que no se cortan en absoluto en ofrecernos experiencias alejadas de los cánones arcade basados en el desafío. Y como estos, muchos otros más.
Con todo ello, en este reportaje vamos a hablar de por qué las obras independientes no deberían sufrir las mismas directrices comerciales que los videojuegos de alto presupuesto, es decir, de por qué no es necesario que tengan secuelas. Aunque bien es cierto que también acostumbramos a estigmatizar mucho a los indies, y esto es una aclaración que hay que hacer antes que nada: no por el hecho de ser independientes se encuadran dentro de lo que vamos a argumentar aquí. Existen indies e indies, y los hay que solo quieren ofrecer un juego divertido con el que pasar el rato, que empiezan con una obra de poco presupuesto, y que ante el éxito (normalmente inesperado) su estudio decide sacar una segunda entrega que sea mejor. También está el caso de aquellos que tienen planeado ser una serie desde su misma concepción, como pasa con 'The Banner Saga', la cual lleva ya dos títulos de una trilogía y ambos son geniales.
Antes decíamos que los videojuegos no pueden ser encasillados dentro de reglas fijas, y este artículo se rige por ese mismo ideal. No por ser un indie hay que condenar que un juego tenga secuela. Después de todo, lo que prevalece siempre es la intención de su autor, y eso, nos guste o no, hay que respetarlo. Aclarado todo esto, empecemos.