El 26 de Marzo 2017 | 21:24
An American Crime
El terror que provoca esta película es uno totalmente distinto al de las dos películas anteriores. Y es un film que realmente debéis ver, al menos una vez en vuestras vidas. Porque muestra la locura humana, la crueldad, toda la maldad que alguien puede albergar. Es una de estas películas que no contiene nada de gore, nada escabroso pero, aún así, hay veces en las que te cuesta seguir viéndola. Lo peor es que está basada en hechos reales. Es considerada drama, sí, pero la historia que hay tras ella no solo es dramática, sino también terrorífica.
'Un crimen americano' cuenta la historia de Sylvia Marie Likens, una joven que fue asesinada con tan solo dieciséis años de edad. Era la tercera hija de una familia completamente disfuncional, donde la comida era un bien escaso, y todo iba de mal en peor. En 1965, Sylvia y su hermana pequeña, Jennifer, fueron dejadas por sus padres al cuidado de una mujer llamada Gertrude Baniszeswki. Baniszeswki tenía a su cargo seis hijos, y no conocía de nada a la familia, excepto porque los había visto en la iglesia poco antes.
Tanto Sylvia como Jennifer se adaptaron muy bien a la casa de Baniszeswki, al menos al principio. Sylvia ayudaba como podía, limpiando y planchando; Jennifer era bastante más pequeña, y además sufría poliomielitis, con lo cual poco podía hacer. Pero a los siete días, cuando se suponía que debía llegar el cheque de veinte dólares que los padres de las chicas habían prometido a Baniszeswki, este no llegó. Y Baniszeswki decidió tomarse la justicia por su mano. Las bajó al sótano, las desnudó y las azotó; pero Sylvia, tratando de proteger a su hermana pequeña, se prestó voluntaria para recibir el doble de azotes. Baniszeswki aceptó. Una semana después, sus padres fueron a visitarlas y nadie se quejó. Todo se mantuvo en silencio. Y comenzó el verdadero infierno de Sylvia.
Muchos jóvenes del barrio, con Baniszeswki a la cabeza, comenzaron a abusar de Sylvia. Ella trabajaba en una tienda de alimentos y, un día, Gertrude le preguntó que por qué se había retrasado. Sylvia le contó que había estado llevando botellas vacías a la tienda para ganar dinero extra, pero la mujer no la creyó, y decidió que obligarla a introducirse una botella de Coca-Cola vacía en la vagina podría ser divertido. Con todos sus hijos y Jennifer mirando, por supuesto. La botella explotó dentro de la niña, produciéndole unos desgarros de alta gravedad.
Sylvia no tenía permitido cenar, era golpeada diariamente. El novio de una de las hijas de Gertrude, que se dedicaba al judo de forma casi profesional, comenzó a lanzarla por el aire; se suponía que Sylvia debía aterrizar en un colchón que estaba puesto como protección, pero eso nunca pasó. Nadie hacía nada al respecto, ni siquiera su hermana. Todos observaban, sin más. Durante los últimos días, Sylvia fue obligada a vivir en el sótano, donde apenas le daban de comer o de beber. Todos los hijos de Gertrude jugaban a maltratarla, a torturarla.
Lo peor de esta historia es que ninguno de los chicos que sabía de esto habló. Todos callaron, ocultando la verdad, dejando a Sylvia morir lentamente, torturada, vejada, violada. Y es una historia real, por desgracia.