El 19 de Mayo 2019 | 19:36
'Final Fantasy XV' es una obra que, por algún motivo que no consigo esclarecer, sigue intrínsecamente conectada a mis pensamientos. No es precisamente la primera vez que hablo de cómo la obra ha tocado un fin de forma inmerecida. Incluso tras la decisión del equipo de brindarnos los restos agonizantes del juego en forma de novela, a través de Jun Eishima y su 'The Dawn of the Future'.
Sin embargo, parece que no todo son despedidas amargas y es que Noctis ha tenido una última oportunidad de despedirse de nosotros a través de su hermano mayor, 'Final Fantasy XIV'. Una colaboración precedida por aquella lejana introducción de una Miqo'te en las tierras de Eos. Ahora es, de nuevo, el propio Entronado quien se adentra en Eorzea para recordarnos el mayor valor del que se nutría la décimo quinta fantasía final: el valor más personal y cercano de sus personajes.
Bros on the road
Quizás sea el más puro efecto fanservice. Pero lo cierto es que —y esto tampoco es nada nuevo— las colaboraciones de 'Final Fantasy XIV' son mucho más que lo que solemos entender por la palabra que utilizamos para designarlas. Por supuesto, completar el evento nos permite vestir como el príncipe e incluso podemos hacernos con el Regalia en un magnífico despliegue de medios por parte de sus desarrolladores si tenemos los suficientes MGP.
Pero, insisto, la visita de Noctis a Eorzea va mucho más allá de esos pequeños detalles. Brilla en ella la insistencia del equipo de desarrollo liderado por Naoki Yoshida y su arduo trabajo en componer escenas tan coherentes y funcionales como en la que Noctis se ayuda del propio Warrior of Light —nuestro avatar— para empujar el Regalia hasta la ciudad más próxima, con un efecto casi tan enternecedor como el que desvelaba Prompto al final de la trama del título original.
Y es que aunque 'Final Fantasy XV' tuviese mucho de eso, de los paseos en chocobo, las acampadas entre amigos y los trayectos en coche con "Bros on the road" sonando una y otra vez, siempre había un elemento disruptor en esa narrativa tan humana. No importa si era una tropa de soldados Magiteck o la idea de que el destino del mundo entero se encontraba sobre los hombros de un rey incapaz de aceptarse a sí mismo como adulto.
Por este mismo motivo Noctis tiene espacio para brillar en 'Final Fantasy XIV'; porque olvidamos su misión y su sacrificio y podemos, mejor que nunca, aceptarlo como un amigo y pasar un simple rato con él. No lo es todo, por supuesto, pues el crossover no olvida la acción y entre nuestros descansos nos toca enfrentarnos a todo un regimiento de soldados imperiales e incluso derrotar a Garuda en un cruce mecánico que resulta el culmen de un evento cuidado hasta en los más mínimos detalles.
Con todo, y con dicha batalla aún fresca, me quedo con el breve camino recorrido. Con como Noctis tiene el espacio que siempre ha necesitado para ser simplemente él, no el rey de Insomnia, no el Entronado, solo Noct. The Man in Black —el título que bautiza la colaboración— rezuma la misma magia que Brotherhood al evaporar las presiones políticas que 'Final Fantasy XV' nunca supo gestionar. Un espacio que acoge al príncipe con ternura y que nos permite vivir una pequeña aventura repleta de amables detalles, momentos de relajación y un sentimiento que general que se acerca más al hecho de vivir una aventura con un amigo del que posiblemente jamás habrían podido conseguir con otro título.
Ahora que sabemos que no volveremos a ponernos en la piel de Noctis ni del resto de los chocobros su aparición en Eorzea y el rato que nos permite disfrutar a su lado se siente como parte más de su historia. Un alto en el camino donde el heredero al trono tiene ese merecido descanso que, esta vez sí, resulta coherente con su argumento. Una oportunidad única que solo estará disponible hasta el próximo 27 de mayo; no la dejéis escapar.