El 28 de Noviembre 2016 | 09:48
Con el inminente lanzamiento de 'The Last Guardian', el que parece ser el principal exclusiva de PS4 para la campaña navideña, Sony ha decidido que su publicidad en redes sociales vendrá con el hashtag #elvideojuegoesarte. En el vídeo promocional se pasan varias personas haciendo una especie de cadena para debatir si el videojuego es arte, pero siempre está de trasfondo el juego de Fumito Ueda. Atacan la élite arcaica que no consideran que un videojuego pueda ser algo artístico, pero siempre mostrando 'The Last Guardian'.
No voy a negar que 'The Last Guardian' sea bonito, casi como un cuadro en movimiento, pero hace tiempo que se dejó el supuesto debate de si el videojuego es arte cuando cada vez más personas involucradas en esas disciplinas se interesan por ese formato y de ahí salen nuevos idearios. Pero el hecho de vender 'The Last Guardian' como arte por una campaña de marketing, puede llegar a tener implicaciones negativas que positivas.
El arte se nota, no se dice que es
El hecho de decir "este videojuego es arte" como campaña de marketing, banaliza el debate y el propio juego porque vende un conjunto de mecánicas aunque sean muy simples y decisiones de diseño para decir que es arte porque es bonito y parece un cuadro, que sería el equivalente artístico de vender un juego por su capacidad gráficas. El debate de si un videojuego es arte no debería ir nunca ligado a una campaña de marketing que simplifica el arte del videojuego a simplemente tener una historia de un niño y un animal, cuando detrás suyo había mucho más que una historia y un escenario.
Si 'Ico' y 'Shadow of the Colossus' de Fumito Ueda son considerados arte dentro del mundo del videojuego es más por sus mecánicas y diseño. Aunque 'Ico' no sea plato de mi gusto, puedo ver las decisiones mecánicas de hacer un juego así de sencillo y la implicación de pulsar R1 para llevar de la mano a Yorda, o de colgarse en 'Shadow of the Colossus', y mantener pulsado un botón para hacer fuerza en el personaje es una decisión de diseño que muchos pasan por alto porque se paran más en vanagloriarse de lo bonito que se ve. Y sí, se ven bonitos pero la sensación de jugarlos es lo que hace que esos dos juegos, posiblemente 'The Last Guardian', y muchos juegos más.
No sólo Ueda hace arte
Cabe decir que no odio personalmente a Fumito Ueda, ni lo considero siquiera un mal diseñador, es más, lo considero uno genial porque conoce el medio y sus implicaciones, pero no es el único que hace arte. Se ha mitificado una figura de forma que llevamos diez años esperando un juego y desde el minuto en el que se anunció se dice que es arte, mientras muchos otros títulos bien diseñados se quedan fuera del debate y los deja como supuestas obras de segunda.
Y al final, el arte en el videojuego tiene que dejar de limitarse a ser bonito o tener una historia pegada para emocionar de forma plástica a un espectador, e involucrar al protagonista, al jugador. Eso es lo que hace al videojuego algo diferente, un arte en sí mismo que bien puede ser el nivel 1-1 de 'Super Mario Bros.' o 'Dear Esther'. Y uno de los factores intrínsecos del arte es que por su propia naturaleza no puede gustar a todo el mundo, y mientras yo adoro 'Chrono Trigger' y su historia y su sistema de combate bien conjuntados en un todo, hay quien no lo soporta, o cómo mi compañero Xose admira 'Virginia', pero yo no puedo meterme de lleno en un juego con una jugabilidad tan limitada porque valoro el arte de los videojuegos de una forma propia.
Pero... ¿El videojuego es arte? Sí, porque en el mismo momento en el que plasma algo real o irreal, lo es. Puede ser mejor o peor, o de una disciplina diferente, pero lo es. Posiblemente 'The Last Guardian' lo sea, pero no porque lo haga Fumito Ueda y se vea bonito y tenga un animal que la gente lo quiere tener en peluches que nunca existirán.