Estamos a 6 de octubre y eso significa que ha pasado exactamente un mes desde que el pasado 6 de septiembre 'Destiny 2' se pusiera a la venta para PS4 y Xbox One. Durante estas primeras semanas de vida no han pasado dos días consecutivos sin que entrara al juego a completar alguna actividad concreta o sencillamente a pasearme un poco por sus localizaciones, en ocasiones solo, en ocasiones acompañado.
Un mes de sensaciones
Durante estas semanas mi relación con el juego ha sido un vaivén de emociones. Los primeros días todo fluyó con la emoción esperada, posteriormente me vi estancado en las mismas mecánicas de repetición que me terminaron repeliendo del primer título y finalmente he acabado encontrando en 'Destiny 2' una constante que semana tras semana me aporta una estabilidad dentro de esa tormenta de lanzamientos, de noticias y de ruido blanco que es la actualidad del videojuego. El sistema de hazañas que se reinicia cada martes a las 11:00 de la mañana es ahora mismo para mí como el yoga (solo que no me obliga a realizar actividad física, por tanto es mejor).
Todo se podría resumir en que Bungie ha dado con la tecla. Si se han aceptado las amargas costumbres que nos han impuesto las más grandes empresas de la industria, lo que yace debajo es un juego sólido, donde la progresión se torna cómoda y que gestiona el juego cooperativo como pocas licencias saben hacerlo. No trataré aquí las emociones encontradas que me surgen al tener que lidiar con un videojuego que me gusta mucho más que la media y que al mismo tiempo defiende y fomenta algunas de las peores prácticas del podrido negocio en el que cada día se convierte más este medio. Eso lo dejaré para un futuro más lejano en el que ya hayan hecho acto de presencia las expansiones anunciadas y por anunciar.
En esta breve reflexión a modo de "mesiversario" tan solo pretendo recoger mis etapas con un videojuego que permanecerá en mis recuerdos mucho más tiempo que tantos otros objetivamente superiores en no pocas facetas. No todo es mérito de Bungie, claro. 'Destiny 2' sirve de fantástico punto de reunión para vivir experiencias virtuales en compañía que a menudo dependen más de la susodicha que del juego como tal. Pero no procede quitar mérito a un estudio que ha aprendido de sus errores y escuchado a su comunidad. No hay pocos detalles que a los más veteranos aún les parecerán errores a solventar, pero desde luego no hay pocos aciertos que deberíamos celebrar.
Las primeras semanas de juego llegué a dedicar una cantidad de horas indebida a recorrer cada esquina del juego y a completar todas y cada una de las tareas presentes en el mismo. Más de las que me gustaría reconocer. Todo lo que ayuda a mantenerse enganchado a este tipo de estructuras sigue presente, la progresión de personajes que invita a jugar un nuevo evento o un par de partidas competitivas con tal de ver un número más en el nivel de Poder de tu guardián. Un número más que, objetivamente, no te sirve para nada. Pasar de 300 a 301 no te abre ninguna puerta, no te descubre ningún secreto ni te da acceso a una nueva historia, simplemente te da la falsa sensación de que llevas 20 minutos disparando a sitios por algún motivo. Es la magia y la trampa de los juegos que llevan bebiendo de este esquema desde los tiempos de 'Diablo'.
Con el paso del tiempo te empiezas a plantear si el tiempo dedicado a hacer crecer esas cifras no estaría mejor invertido en otras experiencias nuevas, que realmente te aporten algo para que al final del día no sientas que éste ha pasado sin hacer nada. Te planteas si el culto a las armas disfrazado de nombres pomposos y Engramas Excepcionales no está llegando demasiado lejos, si detrás de ese mundo de fantasía no empieza a haber algo más. Te planteas muchas tonterías mientras empieza el siguiente evento público y estás sentado junto a otros tres desconocidos en lo alto de un risco mientras ves un grupo de barracudas patrullando.
A lo que voy mediante esta serie de divagaciones inconexas es que, como mínimo, 'Destiny 2' consigue que siga pensando en él después de apagar la consola, hecho por el cual siempre recomendaré cualquier juego con el que me suceda. Nunca defenderé las repulsivas prácticas que Activision incluye en esta u otras licencias. Pero siempre defenderé la capacidad de Bungie para generar un espacio confortable, divertido y sólido para el juego en solitario o en compañía. No es 'Destiny' una licencia para todos por mucho que se empeñen en mostrarlo así las millonarias campañas de publicidad que hay detrás. En este MMO para niños puedes encontrar tus próximas 100 horas de entretenimiento o una experiencia sin sustancia que se queda a medio camino de todas tus expectativas. Yo solo puedo hablar por mí y yo seguiré (por ahora) ahí en 'Destiny 3'.