La primera vez que pisé una cafetería desde el inicio del confinamiento fue una experiencia curiosa. Meses sin salir a la calle, y mi tesitura más grande era si quedarme con mi chai latte habitual o cogerme un capuccino enorme en el que poder ahogarme. Las dos son buenas opciones, pero al final es más rentable disfrutar de una buena taza que no hartarse de ella.
Con 'Final Fantasy VII' tengo la misma sensación, hay demasiado por escoger pero no tengo manos para todo. Cuando el título original llegó a Nintendo Switch me lancé de cabeza —seguramente una de las pocas personas que no había pasado por él todavía— pero luego llegó el Remake con la intención de cambiar las cosas y ahora resulta que para conocer a Yuffie tengo que pasar por su DLC pero, espera, porque también están 'Before Crisis', 'Crisis Core', 'Dirge of Cerberus' y 'Advent Children' y, ¡¿que 'Final Fantasy VII' contará con otro remake para móviles?!
El juego de las mil caras
Seguirle la pista al juego de oro de Square Enix es difícil. Lo es, de verdad. 'Kingdom Hearts' es complejo, pero no deja de ser una saga en sí misma —y por mucho que los movimientos de la compañía sean considerables, sus "all in one" facilitan mucho su entrada. 'Final Fantasy VII', sin embargo, es una entrega numerada dentro de su propia franquicia, por lo que construir un universo tan amplio y diversificado sobre su nombre es, de nuevo, difícil.
'Final Fantasy VII Remake' cambiaba las tornas para ofrecernos una nueva versión del clásico. Un hecho arriesgado y osado que, sin embargo, funcionaba como nadie habría esperado. No me tiembla el pulso al considerarlo mi juego del año e incluso la modularización de su narrativa tiene un sentido intrínseco con su propio mundo y personajes, construyendo algo más sólido y personal. El mismo momento en que comienzas a pasear junto a Tifa por los suburbios me hizo pensar que quizás esta vez no necesitaríamos de elementos externos para entender su universo. Que la división era, irónicamente, un puente capaz de conectar todos sus extremos para unificarlos en un solo punto. Incluso la necesidad de un remake de 'Crisis Core' parecía suavizarse con la idea de una "fusión fría" en el juego.
Pero entonces Yufie aparece en escena. Todos gritamos —el primero, no vamos a negarlo—, pero no es una segunda parte del Remake. Es un interludio, un fragmento dentro del fragmento por el que deberemos pasar por caja una vez más. Y sí, los desarrolladores no viven del aire, por supuesto, pero la agresividad del movimiento se cuenta sola. Mucho más aún cuando para poder adentrarse en este fragmento de uno de sus módulos obligan a sus usuarios a contar con una consola de nueva generación que asciende a 500€ y cuyo stock es inexistente desde hace meses. La diferencia estará, supongo, en sí este DLC es realmente obligatorio para seguir su historia o si servirá como pequeño tentempié; una breve presentación de Yuffie.
Pero ahí no queda todo, porque 'The First Soldier' se ha presentado como un battle royale del "universo 'Final Fantasy VII'" y, por si fuera poco, habrá otro remake del título original para dispositivos móviles que, además, sumará el aluvión de productos alternos de la franquicia. Incluyendo 'Crisis Core'. Quizás simplemente apunten al mercado oriental, cada vez más enfocado al móvil. Quizás sea una maniobra al estilo de 'Final Fantasy XV Pocket' y su rendimiento esté pensado para funcionar en la consola de Nintendo. Pero, apunte a donde apunte, lo único que queda claro es que a Square Enix no le tiembla el pulso a la hora de explotar (más) a su gallina de los juegos de oro.
Ya suenan los ecos de «es que es una empresa» y no les falta razón. Pero la necesidad de enfocarse en lanzar quince vertientes de un juego con más de 20 años va más allá del desdén y quizás deberíamos hablar de esterilidad.
¿Sabéis ese meme de introducir la tarjeta para salvar a Aeris? Quizás no estemos tan lejos de ello.