No voy a ser hipócrita y decir que sufro la muerte de personajes emblemáticos que marcaron de alguna manera mi infancia más allá de estar durante ese día dándole un poco de vueltas y pensar que somos simplemente efímeros, pero con Satoru Iwata fue distinto. Cuando falleció Robin Williams medio mundo se estremeció por su pérdida, un personaje que compartió conmigo más de una y de dos tardes con amigos a la salida del colegio con sus míticas cintas, solo que con el tipo que más veces he visto escrito su nombre al final de un videojuego, sin saber por qué, me he estado acordando todo el año.
Siempre que he tenido que maquetar una nueva noticia sobre Nintendo he evitado usar su imagen, pronunciar su nombre y hacer cualquier cosa que me acercase a recordar la figura de una persona que me parece una de las más influyentes que han pasado por este medio. Hoy no quiero repasar su legado y desempolvar aquellas cosas que engrandecen al primer presidente de Nintendo más allá de la sangre de los Yamauchi; lo que quiero es fijarme en cómo han cambiado las cosas en estos doce meses, en cómo Nintendo sigue siendo Nintendo y en realidad no han cambiado tanto las cosas.
Un estilo que no todos entendían
¿Es esto casualidad? Es importante que cuando una empresa vive la pérdida de una figura importante sepa reaccionar temprano, que dicha pérdida no sea notada por sus jugadores en el caso de una factoría de videojuegos; el director de una revista, el capitán en un equipo deportivo... Pero lógicamente eso es inevitable, pues todos somos únicos. La diferencia con Iwata es que él, a diferencia de la mayoría de directivos, era jugador antes que CEO de la Gran N, creó una forma de comunicarse con los usuarios que sigue siendo en mi opinión ejemplar porque es de tú a tú.
Iwata le dijo no a las conferencias presenciales en el E3, pero Satoru le dijo sí a los Nintendo Direct; Iwata le dijo no a la potencia técnica, mientras que Satoru le dijo sí a la diversión, a atraer a decenas de millones de jugadores que en su vida habían tocado una "maquinita". Ahora ha pasado un año y Nintendo no ha remontado el vuelo, continúa con un catálogo de juegos para Wii U desértico con un par o tres de joyas anuales, pero el sistema sigue en plena catarsis mientras NX sigue en el horno. Iwata quiso que NX y QoL fuesen las próximas grandes apuestas de la firma de Kioto, mientras que Satoru pretendía recuperar a esa base de jugadores que ahora mismo están en el bus jugando a 'Pokémon GO'.
La comunidad mantiene el espíritu heredado
Quizá los errores de Iwata hicieron estragos y esos que le ponían fuera antes de tiempo llevaban razón, pero creo que la Nintendo de ahora sigue teniendo a Satoru, a esa figura que a pesar de todo sigue riendo y queriendo entretener por encima de todo. NX será la consola que inicie una nueva era para Nintendo no solamente por ser la última sin Iwata, sino por ser la primera que tenga que existir también sin Satoru. Es el momento de poner en práctica las enseñanzas de una figura que siempre antepuso el interés del colectivo por encima del personal, que a pesar de ser una cara visible nunca fue más que nadie, no tuvo malas palabras ni pecó de soberbio.
Creo que Kimishima está actuando como buen sucesor de la idea de videojuegos de Iwata, mientras que ahora somos nosotros, los jugadores, quienes tenemos que seguir confiando en Satoru y esperar que esa idiosincrasia que solo tienen los juegos de este estudio sigan intactos para que un año después, Nintendo siga siendo Nintendo.
Gracias, Satoru.