El 25 de Febrero 2019 | 00:45
Las despedidas siempre son duras. Lo son, especialmente, a nivel personal. Familia, amigos, pareja... Pero siempre hay cierto dolor al decir adiós, incluso si hablamos de un concepto material. Mentiría, quizás todos los haríamos, si digo que la de PlayStation Vita no estaba anunciada casi desde un primer momento. Pero eso no quita que podamos dedicarle un pequeño espacio. Un minuto de silencio que se torna texto y un pequeño repaso a lo que supuso la pequeña consola de Sony antes de dejarnos.
Siete años ha conseguido sobrevivir entre nosotros. La mitad del tiempo, no vamos a negarlo, guardada en un cajón, esperando ese gran momento. El que Sony aún le debe, dedicándole nuevos exclusivos. O ese nuevo 'Monster Hunter' que jamás acabó por llegar a una consola prácticamente estéril y con un difuso público objetivo. Fue así el mayor nicho japonés el que la mantuvo activa. Un remanente que no siempre llegamos a ver en Occidente y que se convierte en el principal motivo por el que la pérdida se siente algo más ajena de lo que debería.
Hasta aquí llegamos
PlayStation Vita fue antes una consola de carencias que de éxitos. La máquina de Sony no llegaba, precisamente, falta de recursos. Sin embargo, el pulso contra 3DS y la visión arrogante de su compañía —de la que, por suerte, parece que han aprendido poco a poco— la desterró, recibiendo pocas oportunidades para brillar. Una triste realidad para una consola que tomaba el testigo de aquella inmortal PSP y que abría con títulos tan rompedores como 'Gravity Rush' o 'Uncharted: El Abismo de oro'.
Sin embargo, no podemos firmar su epitafio con los logros que le fueron negados. Y es que la última portátil de la compañía japonesa fue más fértil de lo que quizás queramos recordar. Ella era quien tomaba el testigo de PlayStation 2 recuperando ese 'Persona 4 Golden', una de las joyas de Atlus que sigue sonando poderoso incluso con el éxito arrollador de 'Persona 5'. Y no era el único, porque 'Dancing All Night' nacía en la portátil para extender luego sus líneas tanto a su sucesor como a su predecesor.
Y aunque Shift no haya conseguido dar más espacio a lo que podría haber sido una potencial franquicia —que posiblemente ha terminado por convertirse en 'Code Vein' bajo los cambios de tendencias—, 'Freedom Wars' aún sigue siendo uno de los grandes exclusivos de Vita. Y aunque 'Killzone: Mercenary' durase menos de lo que tardamos en pronunciar su título, no deja de ser una de aquellas apuestas que muestran el poderío técnico de la consola.
'Soul Sacrifice' y 'Toukiden' —pese a haber llegado también a su hermana mayor— servían a su vez para calmar el ansia de un 'Monster Hunter' con el que recuperar la grandeza de la franquicia de Capcom en PSP. Algo que, sin embargo, acabaría sucediendo en PlayStation 4. Podíamos paliar su falta con la integración del emulador oficial de Sony, accediendo a 'Unite' y otros clásicos que siempre han sido más disfrutables en lo portátil. Un uso que difícilmente justifica la compra de la consola pero que no por ello le resta valor.
Por supuesto, también se convirtió en un gran portento para los títulos japoneses. No solo hablo de novelas visuales y similares, abanderadas por 'Steins;Gate', 'Danganronpa' o 'Zero Escape', sino de títulos tan particulares como son 'Akiba's Trip: Undead & Undressed', 'Mary Skelter' o los pequeños 'Yomawari' de Nippon Ichi Software.
Y no nos olvidemos de la existencia del plantel independiente en ella. Porque Nintendo Switch será ahora el hogar preferido del indie, pero Vita enriquecía un catálogo pobre con la existencia de estos pequeños pero grandes juegos. 'Hatoful Boyfriend', 'Super Meat Boy' o 'Spelunky' son algunos de ellos. Pero yo recuerdo con nostalgia las horas invertidas en 'Crypt of the NecroDancer', el descubrimiento de Supergiant Games a través de 'Bastion' o los ratos de 'Stardew Valley' como redención.
Son muchos los citados. Pero aún son muchos más lo que no aparecen reflejados en estas líneas. Y es por ello que duele la despedida. Porque aunque sea una tan anunciada como la de PlayStation Vita, queda el toque amargo de saber de que podría haber sido mejor. De que aún le queda mucho por ofrecer. Y es por eso que en su epitafio no se me ocurre nada mejor que recordar que Vita sigue viva.
Abandonada, quizás. Desterrada, seguro. Pero ya sea para tareas más secundarias como el cross-buy, el juego remoto o la cantidad de títulos que se pueden emular en ella o por la existencia de un catálogo digital especialmente competente, PlayStation Vita todavía sigue siendo una opción viable. Le decimos adiós, pero no se le olvida. Y ahora es incluso mejor momento que nunca para descubrir algunas de esas grandes obras que esconde su catálogo.