El 25 de Septiembre 2018 | 12:45
Hay series que, por un motivo u otro, acaban pasando desapercibidas pese a ser auténticas joyas. Ese es el caso de 'The Good Place', de la cadena NBC; ahora mismo se pueden ver las dos primeras temporadas en Netflix España, y el estreno de la siguiente está cerca. Aprovechando que será este veintisiete de septiembre, he decidido que podría ser una buena idea hablaros con más detenimiento de esta sitcom. Y es que tengo la sensación de que no se la ha dado la importancia que realmente se le debería dar.
Hace algunas semanas, decidí lanzarme a ver 'The Good Place', aunque no por la sinopsis que había leído, ni mucho menos. La sinopsis es demasiado parca, no ahonda en lo que realmente luego la serie transmite, y es precisamente eso lo que me hizo no verla antes. "Eleanor se da cuenta de que la han confundido con otra persona cuando muere y acaba en un paraíso del más allá reservado para gente con gran sentido ético", reza la serie en Netflix. Lo que no menciona es que una vez que comencemos a ahondar en la historia de Eleanor, se nos mostrará cómo los seres humanos son capaces de aprender de sus errores, de desprenderse de lo que antes consideraban necesidades cuando forjan vínculos reales, y de crecer por encima de todas sus posibilidades.
Todo comienza con Eleanor (Kristen Bell), una joven que ha llevado una vida de todo menos ética y que ve cómo, pese a sus malas acciones, acaba en el 'lado bueno'. Michael (Ted Danson) ha sido el que le ha enviado, el creador de este lado bueno. Ella tarda poco en descubrir que no debería encontrarse allí, pero en lugar de contarlo de forma abierta, decide aprender ética y moral para así encajar en ese lado bueno. ¿Lo conseguirá?
Un planteamiento tan sencillo como ese acaba complicándose mucho más conforme van avanzando los episodios, generando en el espectador una necesidad cada vez mayor de saber más de la historia, de averiguar hasta qué punto la madeja podrá liarse más, o cuándo se desenvolverá todo.
Unas imágenes sencillamente espectaculares
La historia, que se va desenvolviendo lentamente, no es sin embargo el punto fuerte de la serie. Porque sus imágenes, la fotografía, lo acaba eclipsando absolutamente todo. La serie es luminosa, es divertida aunque con un punto ácido, y es capaz de transmitir todo esto simplemente mediante imágenes. No necesitan casi de palabras (pese a que las usen, claro) para dar a entender el juego real que se va viendo.
Los personajes no son planos, sino que se van forjando con el paso de los episodios; los buenos no son tan buenos, los malos no son tan malos, y la magia del lado bueno va contagiando a todo el mundo. Y si la primera temporada es de sobresaliente, la segunda es incluso mejor. En ocasiones da la sensación de que ya no queda más historia que narrar y, de repente, un giro hace que se recobre todo el interés que se había perdido. Si a esto le sumamos que los episodios duran veinte minutos, obtendremos una serie que todo el mundo debería ver.
Aprovechad que aún quedan unos días para la tercera temporada, poneos al día y disfrutar del nuevo estreno. Porque pocas sitcoms hay ahora mismo como 'The Good Place'.