El 25 de Octubre 2017 | 12:02
El año 1996 es recordado por muchos como uno de los de mayor cambio para la industria. No en vano, la franja central de la década de los noventa significó un paso necesario para las consolas, que marcó un antes y un después: la imposición de las 3D en los juegos. Esto significaba que era cuestión de tiempo que las sagas más conocidas se enfrentasen a mundos en tres dimensiones, y como no podía ser de otra manera, Nintendo inauguró su "64" con una entrega de su fontanero más famoso. ¿El resultado? 'Super Mario 64'; en otras palabras, un shock para los jugadores, para los analistas y para la propia Nintendo. Y para los restos, probablemente el mejor plataformas 3D de toda una generación.
Un juego que aún hoy levanta la curiosidad
Mucho se puede decir ya a día de hoy acerca de 'Super Mario 64', que ha pasado por análisis, modificaciones, versiones, una adaptación para Nintendo DS. Es sin duda uno de los más emulados, de los más citados y de los que, en definitiva, han sentado la base de los juegos que aún hoy en día vemos. 'Super Mario 64' inició la edad dorada de los plataformas en 3D, un período que poco a poco se ampliaría con grandes clásicos de Rare, véase 'Banjo & Kazooie' (y ahora, recordemos unos minutos el reciente 'Yooka-Laylee'), 'Donkey Kong 64', 'Tonic Trouble'... una bestial sucesión que seguía los principios marcados por un juego de Super Mario que jugó con varios aspectos clave.
El primero, por supuesto, era su tremenda calidad gráfica. Estas 3D hacían que al pobre Sonic en la competencia (con el irregular 'Sonic 3D') se le volviese la piel de color morado, por aquello de mezclar el azul con el rojo. Nintendo no se cortó a la hora de ofrecer una grandísima libertad en lo que a perspectiva se refiere. Podíamos situar nuestro punto de vista detrás de Mario para ver todo a una altura que nos hacía sentir realmente dentro de la acción. El escenario nos rodeaba, a diferencia de otros títulos tridimensionales, con perspectivas algo más "cenitales" o centrados en algo de profundidad. No, Super Mario se movía a otras revoluciones. Por supuesto, el nivel de detalle gráfico era absolutamente sorprendente. Elementos grandes, enemigos coloridos, escenarios enormes. Un castillo lleno de pasillos, secretos, habitaciones por descubrir... una gozada a nivel de exploración. Niveles que van desde la nieve hasta entornos submarinos. Y, valga la mención, unos fondos que hacían que el jugador sintiese que estaba ante un mundo con "algo más".
La combinación era sencillamente perfecta: respetando el estilo plataformero clásico, sus personajes y sus mecánicas en general, Mario aparecía en un mundo abierto: el castillo de Peach, con sus alrededores (llenos de secretos que aún hoy pueblan muchos vídeos de Youtube) y su zona subacuática; luego está el interior, que alberga una serie de pasillos y espacios a través de los cuales se accede a los diferentes niveles. Muchos de ellos señalizados con grandes cuadros, pero otros por generación espontánea. La finalidad: conseguir suficientes estrellas en cada uno de los citados niveles para entrar en la temida puerta de Bowser de cada zona, el cual una vez derrotado, nos dejaba una llave. Y esta, por supuesto, nos daba acceso a una zona nueva.
Explicado de manera fría no parece tener nada especial, pero sí, lo tenía. Más allá de su apartado técnico sin precedentes, fue el primero en sacar provecho del joystick de Nintendo 64 a la perfección. Mario se movía que daba gusto, corría, tenía una gama de movimientos muy extensa. Sus animaciones eran cómicas y geniales. Cada nivel tenía una ambientación, estrellas ocultas, diversos desafíos, carreras, zonas aparentemente inaccesibles... cantidad de material que además, iba agrandándose conforme conseguíamos nuevas habilidades a través de diversas gorras (sí, Odyssey no es el único que juega con el tema del sombrerito rojo). Así pues, Mario se volvía metalizado, volaba, se hacía invisible... o incluso si la perdía, quedaba a merced de ataques más agresivos de los enemigos. Y la única oportunidad para recuperarla era volver al nivel y atrapar al bicho que se la había arrebatado.
No necesariamente un título para niños
Podíamos acabar el juego a partir de 70 estrellas, pero el auténtico desafío era alcanzar 120, y entonces, enfrentarnos a al más agresivo de los Bowser. Pero uno de los aspectos más llamativos del título, especialmente en su edición original para Nintendo 64, es que mezclaba las plataformas y su relajado planteamiento con algunos aspectos que lo hacíanmucho más disfrutable por adultos que cualquiera de las anteriores entregas. La mansión fantasmal jamás había dado tanto miedo, Mario nunca había sufrido tanto al recibir daño. Los enemigos, por primera vez vistos como seres enormes respecto al personaje, parecían más agresivos. Y este genial cocktail molotov se completaba con una banda sonora memorable, cálida y que iba desde el aspecto electónico-cañero hasta los relajantes sonidos del agua.
'Super Mario 64' fue otro hito como el que en su momento significaron la primera entrega en NES o el actual 'Super Mario Odyssey' en Nintendo Switch. Y es que una consola de Nintendo no queda bautizada hasta que nuestro fontanero favorito la inaugura.