Llamadme paranoico. O que veo fantasmas donde no los hay (que no sería la primera vez). Pero tenéis que reconocer que el anuncio de un retraso en la fecha de lanzamiento de 'The Last of Us Parte II' os huele raro a todos. El anuncio que se hizo hace ahora un mes sacó toda la artillería pesada: tráiler con Joel, fecha de lanzamiento y, además, ediciones diferentes y apertura de reservas. ¿Y ahora se emite un comunicado en el que Neil Druckmann asegura que el juego necesita un poco más de tiempo? En otras circunstancias, con otro juego, me lo habría creído, pero estoy yo muy escéptico últimamente y mira tú por donde me han dado un foco sobre el que verter todo mi escepticismo.
Y es que Naughty Dog ha sido muy reservada durante dos años enteros, evitando dar fechas aproximadas o de cualquier tipo, con el fin de evitar (diría yo) algo como lo que ha ocurrido. ¿Y de repente, en menos de dos meses tenemos dos fechas de lanzamiento distintas? Sí, algo ha ocurrido, pero es algo que se escapa de las manos de los creadores de 'The Last of Us Parte II' y va más en la dirección de decisiones financieras y a nivel de empresa con las que tienen que comulgar sí o sí al ser un estudio first-party.
Un calendario descontrolado
El problema que, a mi juicio, ha afectado a Sony durante todo este tiempo es que ha amasado una enorme cantidad de proyectos importantes que ha tenido que dar salida en muy poco tiempo. Un descontrol en el lanzamiento de títulos exclusivos que se le ha juntado con la nueva generación de consolas. Esto ha hecho que, en cuestión de un año, vayamos a tener exclusivos de la talla de 'Death Stranding', 'Final Fantasy VII Remake', el propio 'The Last of Us Parte II' y también 'Ghost of Tsushima'. Este último sigue planeado para PlayStation 4, pero recientemente se ha dicho que su ventana de lanzamiento se iría a finales de 2020. Todo eso, según mi teoría de la conspiración, habría ocasionado la salida de Shawn Layden de Sony Interactive Entertainment y también los retrasos en los juegos de Naughty Dog y Sucker Punch.
Porque yo no me creo que un estudio como el de Neil Druckmann necesite más tiempo tras ese anuncio por todo lo alto. Nadie hace algo así (quiero creer) para después recular. Eso, en términos de imagen, es un golpe fatal. No se han hecho esperar las reacciones en Twitter y la ira prevalece ante aquellos que hacen otra lectura de este mensaje. Y no, detractores del "crunch", no os confundáis. Yo no abogo por una menor calidad del juego, yo estoy poniendo mi foco sobre la excusa que se está dando para justificar el retraso. Ya os digo yo que, de ser necesario algo así, no me importa esperar. También creo que os puede esa careta de puretas bienqueda de cara a las redes sociales, pero por dentro estáis todos reventados. Ojo, esto es solo una opinión, puedo estar equivocado, no os ofendáis.
Dicho esto, y para volver a mi teoría de la conspiración, creo que Sony es ahora mismo una jaula de grillos y los resultados financieros, así como las previsiones para el año que viene, son las que dan sentido a estos últimos movimientos. Mayo de 2020 ya forma parte de un ejercicio fiscal diferente y si en la compañía quieren potenciar los resultados del año debut de PlayStation 5, están en todo su derecho, pero que no nos lo vendan como que, encima, lo hacen por nosotros.
Esta situación tampoco es nueva a estas alturas, aunque no siempre podemos ser conscientes de lo que ocurre, puesto que las paredes de las empresas son opacas. Esto también es lícito, no voy a ser yo el que tire de esa manta, puesto que también formo parte de una compañía, pero no es lo mismo información privada que no se puede compartir que mentir para tapar una mala gestión.
Como conclusión, debo decir que espero que, realmente, este tiempo sirva para que Naughty Dog pueda pulir, si es que tiene que hacerlo, 'The Last of Us Parte II' al máximo. O, por lo menos, para que en Sony se aclaren de una vez a la hora de organizarse.