Nunca me he subido a una montaña muy alta, Dios me libre, pero supongo que la vida del alpinista guarda bastante similitud con la de intentar reservar consola. Como un Kurt Albert posmoderno, lo que en su caso era golpe de piolet para frenar la caída vertical de los primeros picos del planeta, en el mío es golpe de ratón para intentar añadir sin éxito SNES Classic Mini al carrito de la compra.
Tenemos experiencia con Nintendo, con las reservas, y con las consolas "Mini". El drama de NES Classic Mini se materializa en los 239 euros que algún especulador de medio pelo reclama hoy en Amazon por una unidad. Ahí no acaban las cosas, porque esta semana el revés de la edición de 'Metroid Samus Returns' todavía resuena. Ahí me quedé sin. Supongo que la gente que busca una Nintendo Switch sin éxito a esto del "fuera de stock" ya estará también acostumbrada. Muchos precedentes para saber que la reserva de SNES Classic Mini iba a ser una carrera de resistencia.
Mientras en España afilábamos la combinación 'control + F5', la presión aumentaba al ver el stock de Amazon UK y Amazon Alemania volar al instante. Un abrir y cerrar de ojos al que no llegué ni con un suerte. Con el clima enrarecido, mientras volvía conduciendo este mediodía el tintineo reiterante del teléfono avisaba como una llamada a filas: la reserva de SNES Classic Mini en España está abierta.
Videojuegos GAME la primera en pegar el pistoletazo, junto a Mediamarkt. Uno es hombre de costumbres, y mis F5 siguen siendo para los del antiguo Centro Mail. Llegar a que cargase la página fue un suplicio, abrir sesión una tortura. Con el error en la pasarela de pago de la reserva había perdido toda la esperanza. Sin embargo, y finalmente, como el alpinista que alcanza la cima y se "echa un piti", supongo, descubro el alivio máximo al confirmar la reserva. Sólo me quedaba abrir los movimientos de mi cuentas, descubrir el descuento de 10 euros de la tienda, y disfrutar de las vistas.
El juego del stock
Va a ser difícil hacerse con una SNES Classic Mini, porque de hecho ya lo está siendo. Nintendo ha prometido más stock que con el caso de NES con la boca demasiado pequeña, y el precedente en otros países da muy poca esperanza respecto a las reservas de la nueva consola. Sabía que tenía que jugar a este juego de las reservas, entre adrenalina, nervios y mensajes cruzados en redes sociales. Me lo he llegado a pasar bien. Pero cuando tomo un par de pasos de distancia sobre este tema, descubro que nada de todo esto me resulta especialmente cómodo.
La seguridad absoluta de que juegan conmigo como consumidor no me gusta. Los malabares del stock son una intentona tan burda e intencionada de retorcer la pobre psicología del consumismo, que han convertido este baile de reservas en parte del espectáculo. Todo este despliegue tiene muy poco que ver con los videojuegos en su faceta artística, y mucho que ver con los videojuegos en su rastro industrial. Nintendo es agresiva en lo empresarial, así como brillante en lo artístico. Por lo brillante en lo artístico es por lo que caigo una y otra vez, pero el espectáculo comercial al que me obligan a jugar me tiene mucho más que cansado.
Por cierto, y dicho todo esto, mientras termino de escribir este artículo todavía quedan unidades para reservar.