'Pokémon Espada' y 'Pokémon Escudo' han sido fruto de las polémicas. No solo una, sino todo un abanico de ellas —al final, impulsadas por la principal— que han hecho de su lanzamiento una combinación agridulce entre un concepto muy clásico y que vuelve a esas raíces de las que se alejaba la anterior generación y un constante chaparrón de quejas, algunas mejor justificadas que otras.
Con todo, y al margen general de lo que representan las últimas entregas de la saga iniciada por Satoshi Taijiri, 'Pokémon Espada y Escudo' han conseguido cumplir de forma notable en algunos aspectos que jugaban muy a favor del título y que Nintendo ha conseguido bordar sobresalientemente en lanzamientos como 'Breath of the Wild' o 'Super Mario Odyssey'. No es el más relevante, quizás, pero siento que las criaturas digitales que ponen nombre a la serie han conseguido despuntar con detalles especialmente amables que definen las últimas entregas de la franquicia.
La evolución como método de conexión
Y es que el hecho de que nuestros compañeros evolucionen de formas específicas era un hecho que teníamos más que asumido. Entregar objetos supone un breve gesto por nuestra parte pero la evolución por amistad —muy notoria a través de las capacidades de interacción de las últimas entregas— nos obligaba a conectar con nuestros Pokémon. Ahora, 'Espada y Escudo' presumen de sus recursos y presentan novedades en una sección que siempre ha sido un referente en las mecánicas de la franquicia.
Porque Eevee sigue alcanzando algunas de sus evoluciones de esa forma, pero tenemos ejemplos tan curiosos como el de Milcery. Un Pokémon que solo evolucionará al tierno Alcremie si usamos un objeto concreto y hacemos girar a nuestro avatar. Dependiendo del tiempo, el tipo de giro y la dirección del mismo, Alcremie tendrá un "sabor" diferente al evolucionar. Una curiosidad similar a la que ocurre con Sinistea, un Pokémon fantasma que solo evolucionará si le ofrecemos una tetera para que pueda ocuparla — además de la curiosidad de contar con dos versiones de la misma.
Applin es otro Pokémon que se relaciona con la comida. Esta curiosa "manzana dragón" cuenta con dos tipos de evolución (una por cada edición del juego) a las que solo podremos llegar utilizando una manzana ácida en el caso de 'Pokémon Espada' o una manzana dulce en el caso de hacer lo propio desde 'Pokémon Escudo'.
Pese a ser un ejemplo más simple, Clobbopus no puede evolucionar a Grapploct sin conocer el movimiento Mofa (algo que, en cierta manera, encaja con la imagen del "pulpo luchador"). Sin embargo, el caso de Farfecth'd de Galar, manteniendo la esencia de los combates, resulta mucho más curioso. Y es que solo alcanzará la forma de Sirfetch'd en el caso de que esté equipado con un puerro y ejecute tres críticos durante un combate. Una pura representación de esta nueva forma del mítico Pokémon.
Con todo, la forma Galar de Yamask es la más curiosa e interesante de todas. Y es que la criatura solo evolucionará si recibe 49 puntos de daño o más y, tras ello, cruzamos el monumento de roca en la zona Cuenca Polvorienta del Área Silvestre. Un método evolutivo remarcadamente complicado que, sin embargo, sirve para destacar la necesidad de la criatura de rehacer su cuerpo (además de la etimología de su nombre) antes de convertirse en Runerigus.
Pequeños detalles que hacen de 'Pokémon Espada y Escudo' títulos, quizás un poco más cercanos y, porque no, cariñosos. Game Freak podría haber hecho más, pero es innegable que estos pequeños puzzles, más allá del entretenimiento, consiguen que los jugadores conecten con sus criaturas, algo que se encuentra implícito en la estructura de su aventura.