Pese a que la estrategia es un género que siempre me ha interesado, la simulación me ha acompañado durante gran parte de mi vida a través del videojuego. Un género tan amplio como nuestra propia imaginación suele permitir y que viene acompañado de grandes posibilidades y un entretenimiento ancho y largo del que disfrutar durante horas y horas.
Quizás, por ese mismo motivo, 'Fire Emblem: Three Houses' se ha convertido, sin darme apenas cuenta, en mi juego del año. Una saga a la que ya había entrado anteriormente y que me había abierto las puertas a un género repleto de variables y particularidades que ofrecen mecánicas muy atractivas pero que, hasta ahora, siempre había quedado un poco distante en términos de interacción.
Renovando un estilo propio
Y es que 'Fire Emblem: Three Houses' lo cambia todo. Siguiendo la estela de Nintendo con sus títulos y la llegada de Nintendo Switch, la gente de Intelligent Systems demuestra que puede cambiar la estructura de su magnum opus para hacer algo que, sin dejar de ser atractivo para los seguidores de siempre, consigue alargar sus brazos para acoger también a los jugadores noveles que quieran adentrarse ahora en sus filas. El renacer de una franquicia que se veía abocada al abismo años atrás y que, ahora, no solo mantiene el pulso sino que remonta para firmar la entrega más potente que hemos visto en su existencia.
Lo hace volviendo a convertir al jugador o jugadora en una pieza clave de su mundo. No somos solo el estretega de turno, tampoco somos solo el héroe o la heroína, sino que somos incluso profesores del Monasterio. Un cambio de paradigmas que nos permite conectar de una nueva forma con sus personajes, ejerciendo de maestros y conectando con todos y cada uno de los alumnos que conforman su parrilla. Una idea que se ve todavía más pronunciada con la adición de las casas, ya que nos obligan a posicionarnos y a encontrarnos con más de una punzada de dolor cuando su historia se torna más oscura.
Más allá de eso, la idea de poder moverse con libertad por el Monasterio en si mismo nos ofrece un pequeño descanso entre batalla y batalla, pudiendo organizar nuestras tareas, completar pequeñas misiones secundarias, hablar con nuestros alumnos y compañeros para ganarnos su amistad (o incluso su corazón) y realizar algunas de las tantas tareas que nos ofrece el juego. En resumen, una forma de romper con la tensión de la estrategia y adoptar un punto más cercano y cómodo que refuerza el esquema social del juego.
Incluso así, sus mecánicas originales se mantienen prácticamente intactas, introduciendo novedades (como el hecho de escoger que clases queremos utilizar en base a las estadísticas que mejoremos) que hacen del título algo más accesible, además de ofrecerle un soplo de aire fresco para que no se convierta en otra entrega recursiva.
Tres casas, decenas de historias de contar, personajes memorables y una experiencia refinada a nivel mecánico y argumental hacen que 'Fire Emblem: Three Houses' encabece mi lista de juegos de este año 2019. Un título que ha conseguido ganarse mi corazón y que todavia nos guarda grandes aventuras que vivir a lo largo del próximo año. ¡Nos vemos en Fódlan!