El 28 de Diciembre 2018 | 16:23
'Monster Hunter' me ha acompañado desde sus primeras entregas. Recuerdo a la perfección el momento en que cacé a mi primer Rathalos o aquel mítico enfrentamiento contra Lao Shan, que parecía fuera de los límites técnicos que soportaba PSP. Una constante con demasiadas variables que me atrapaba en sus inicios, pero que sentía perder de vista con su mudanza a las consolas de Nintendo con un desastroso estreno y una mejora potencial que firmaba gloriosa con 'Monster Hunter Generations'.
Sin embargo, y con dolorosa melancolía, recuerdo a la perfección el momento en el que me daba cuenta de que 'Monster Hunter World' no sería mi juego del año. Quizás se debiese al peso de la expectación, a la espera o a que peque de romántico. Pero cuando analicé el título de Capcom, tras casi cien horas de caza y otras tantas de meditación, cerré el juego con la idea de no volver a pasar por sus tierras. Estaba equivocado.
Hoy firmo este texto afirmando que 'Monster Hunter World' es mi juego del año 2018 en busca de redención. Y lo hago hablando de él como una evolución de lo que Ryozo Tsujimoto ideó en sus inicios, hace ya más de una década. Porque la obra no es tanto una nueva entrega de 'Monster Hunter', sino una revisión de todos sus conceptos y el trabajo de un planteamiento destinado a revolucionar la caza tal y como se conocía.
Resurgiendo de sus cenizas
El hecho de abandonar las concepciones más ancladas a las mecánicas del juego lo ha hecho avanzar. Ahora 'Monster Hunter' no es un título robótico con una serie de pautas que seguir para conquistarlo, sino un entorno vivo y real con una curva de dificultad que va más allá de aprender sus mínimos. La fluidez y la naturalidad son parte de su mano y la accesibilidad que ofrece se convierte en la columna vertebral del juego.
No es tanto como 'World' gestiona su dificultad, sino como gestiona su mundo. Y es que, haciendo tributo al subtítulo que acompaña a la entrega, Capcom nos presenta un mundo completamente vivo. Se olvidan los espacios entre zonas, los psicosueros, las búsquedas interminables. Ahora nos encontramos ante un todo. Cada zona cuenta con un ecosistema propio, fauna y flora tan diversa como exclusiva de cada zona. Así la caza toma otro cariz. Nos aprovisionamos mientras avanzamos, sintetizamos los objetos automáticamente —sin necesidad de romper la acción accediendo a menús— y dejamos que su entorno inmersivo haga su trabajo y nos envuelva.
'Generations' sería una celebración. Un recordatorio de lo que es la franquicia; de lo que representa la caza. Pero, frente a ello, 'World' es una re-imaginación de lo que sus creadores han perseguido siempre. Una gran puerta de entrada a quienes no hayan pasado antes por sus líneas, pero también la oportunidad de vivir una nueva experiencia para todos los veteranos que hemos sentido el frío mecánico de sus anteriores entregas.
Echo la vista atrás y me sorprenden mis propias palabras. Pero no me tiembla el pulso al proponer a 'Monster Hunter World' como juego del año. Por cómo ha cambiado las tornas para crear un entorno inmersivo, vivo y dinámico. Pero también por apostar por la accesibilidad y el componente social y crear un sistema donde la caza es tan mía como tuya. La forma en la que el título se adapta a los nuevos tiempos y tiende puentes es muestra de la evolución que vive el medio. Incluso con todos sus errores y su falta de contenido, considero que nos encontramos ante una de las mejores apuestas del año. Una que, además, aún tiene un gran futuro por delante.