El 7 de Enero 2019 | 02:59
La evolución del panorama independiente nos ha acompañado durante los últimos años. Lo que antes se consideraba como una ínfima parte del medio ahora se encuentra presente para gran parte del público. Se ha abandonado la tendencia a considerarlo como un producto de nicho y pensado para unos pocos para entender que la industria independiente puede abarcar tanto espacio como nosotros, como jugadores y jugadoras, le permitamos.
Las barreras se han ido disipando con la experiencia y pensamos en ellos como lo hacemos con títulos de otro calibre. Contamos con medios especializados como bien son Nivel Oculto o Equilateral y la discusión entre indie y AAA tiene tan poca cabida que ambos comparten estanterías y bibliotecas digitales sin que necesitemos considerarlo un hecho aislado.
Hemos pasado recientemente por obras como 'GRIS' o 'Moonlighter', que además han nacido en nuestro país, y 'Celeste' ha sido uno de los nominados a los juegos del año junto a lo más puntero de esta generación. Ha habido un cambio, y es importante porque abre nuevos caminos. Nuevos pensamientos. El hecho de entender el videojuego como algo más que una forma de ocio.
Nuevas metas, nuevos horizontes
Y es aquí donde entra en juego Rami Ismail (embajador del terreno independiente y su voz) con su nuevo proyecto, Meditations. La propuesta, dentro de lo que cabe, es simple. Un juego gratis al día. 365 títulos para 365 días a manos de 365 devs completamente diferentes. Una propuesta que va mucho más allá de ofrecer juegos gratuitos —de hecho todas las obras que se citan en Meditations se encontrarán disponibles únicamente durante esa misma jornada— y que aboga por crear nuevas experiencias.
Todos y cada uno de los títulos a los que tendremos acceso estarán acompañados de una pequeña cita por parte de la persona responsable de los mismos, donde indicará su naturaleza, y un enlace a sus perfiles públicos. De este modo el proyecto consigue transmitir las ideas de cientos de personas y, a su vez, abre puertas a que quienes pasemos por ellas tengamos la oportunidad de conocer de forma más íntima que a través de un listado de créditos a su autoría.
Por supuesto, son experiencias breves. Algunas las podemos vivir en unos pocos minutos. Pero no por ello son menos efectivas. Ludipe firmaba el día cinco de enero con una referencia a nuestras fiestas y el como el fallecimiento de su abuelo en esas fechas había cambiado la forma de verlas para su familia. Así lo plasmaba en una pequeña obra que mostraba la evolución de la misma a través del tiempo; antes y después. De la festividad a los tonos embargados por la tristeza, que poco a poco se recuperaban para volver al calor inicial. Una preciosa forma de rendir tributo a su abuelo, pero también de conectar con el público.
Es un ejemplo de muchos y quizás no todos gocen de ese carácter personal tan remarcado. Porque todos son piezas de diferentes personas. Cada una parte de sus ideas, sus pensamientos y sentimientos. Pero, al final, todos convergen en el mismo punto. En que el videojuego es un idioma que todos podemos compartir. Es mucho más que una forma de ocio.
Hasta ahora, 2019 se proponía como un gran año para el medio. Pero la propuesta de Ismail sienta un precedente con el que se eleva. Una pequeña idea de enormes dimensiones y grandes posibilidades. No solo ha conseguido encontrar una nueva forma de entender el videojuego al alcance de todos, también ha conseguido que se hable de ello, que se expanda. Pero, no es lo único, también ha logrado que conectemos entre nosotros a través de estas pequeñas obras. Y ese es ya uno de los mejores regalos que nos deja este año.