El 3 de Noviembre 2017 | 10:19
Antes que nada, y porque quien avisa no es traidor, debéis saber que el artículo que vais a leer a continuación contiene spoilers sobre el nuevo juego de Nintendo Switch, 'Mario Odyssey'. Así que si todavía no lo habéis jugado, o si sois de los que preferís no encontraros ningún tipo de spoiler, lo mejor que podéis hacer es dejar de leer. ¡Ya estáis sobre aviso!
Una vez hechos todos los avisos pertinentes, vamos al quid del asunto. El 27 de octubre fue lanzado el nuevo juego de nuestro fontanero favorito, 'Mario Odyssey', que nuestro compañero Xose Llosa ya ha tenido el placer de jugar y comentar. Y el final del juego es, cuanto menos, sorprendente. Porque refleja a la perfección el cambio de paradigma que, por suerte, estamos viviendo.
Pongámonos en contexto: estamos acostumbrados a que, desde el inicio de los tiempos, la misión de Mario sea siempre salvar a la princesa Peach. Y esta, muy dispuesta, siempre espera pacientemente a que la rescaten para casarse con Mario. Pese a que estemos hablando de un videojuego, estamos ante un final abiertamente machista, en el que la mujer no es más que un trofeo que espera a ser encontrado; ella no hace absolutamente nada, sino que cede todo el protagonismo a Mario. Mario, que la ve como el premio final a todas las penurias por las que tiene que pasar. Pero en 'Mario Odyssey' todo cambia...
Las princesas ya no quieren casarse, ahora quieren conocer mundo
Cuando Mario llega a rescatar a Peach, esta desaparece. Por mucho que la busca, la única respuesta que recibe es que la princesa ha desaparecido con su maleta y que, pese a no saber nadie dónde está, lo que sí saben es que es feliz. Está aprovechando su libertad al máximo. En poco, muy poco, se parece esta princesa a la que conocíamos antes, la que lo dejaba todo por irse con Mario.
Y es que los tiempos están cambiando, y desde Nintendo lo saben. Las princesas ya no quieren casarse y vivir toda su vida en un castillo, sino que quieren viajar, quieren conocer mundo, ser independientes. Quieren vivir sin estar constantemente pegadas a un hombre.
Cuando dicen que los videojuegos no beben de la realidad social, o que no sirven para acabar reflejando esta, recordadles que no podrían estar más equivocados. No hay que irse muy lejos para ver que, en efecto, los videojuegos van cambiando, y hay que analizarlos dentro de su contexto histórico. Ver la evolución de Peach es más que suficiente para llegar a esa conclusión, para ver cómo la figura de la mujer ha ido cambiando poco a poco.
El videojuego es cada vez menos un mundo de hombres y, poco a poco, cada vez más un mundo de todos. La industria por fin ha comprendido que hay un público femenino que también está muy interesado en los videojuegos, y está dándoles personajes con los que podrán sentirse identificados.
Lo único que nos falta es ver a una Peach guerrera, que abandone su vestido y se lance a la aventura con un traje de guerra, dispuesta a rescatar ella a su fontanero. ¡Esperemos que llegue pronto!