Recientemente decía en un breve texto de opinión que 'The Frozen Wilds' era una expansión que venía a recordarnos que 'Horizon Zero Dawn' es un serio candidato a Juego del Año a pesar de tener una competencia abrumadora. Por este motivo no podía dejar de defender una última vez el trabajo de Guerrilla ahora que estamos dedicando un mes completo a recordar los 30 juegos más interesantes del año para el equipo de Zonared.
Más allá del espectáculo
"Es un juego de acción donde cazas dinosaurios gigantes que, además, son ROBOTS," con esa frase vacía puedes venderle el juego a se amigo que se flipa con la superproducción de turno salida de Hollywood donde las explosiones y las muletillas manidas son todo lo que sacas en claro. Ciertamente este juego se vende con un par de imágenes, con un vistazo superficial. Es artísticamente una obra de arte y es jugablemente un portento (a pesar de que me sigue poniendo muy nervioso el movimiento de Aloy en general). Es, en resumen, un vendeconsolas. Pero lo mejor es que no queda ahí la cosa.
Si hay algo que me hace defender 'Horizon Zero Dawn' meses después de su estreno, desde luego no son ese puñado de virtudes que podemos encontrar en juegos anteriores y posteriores, muchos de ellos superiores. Lo que me hará recordar esta obra ahora y dentro de cinco años es esa historia de fondo en la que la humanidad ha sucumbido a su propia capacidad destructiva para cientos de años después seguir sobreviviendo en un estado casi prehistórico pero con un matiz brillante, el hecho de que las sociedades tribales que ahora pueblan el devastado planeta están rodeados de la más alta tecnología que la humanidad haya sido capaz de crear jamás. A pesar de este hecho prevalecen las costumbres del Viejo Mundo, la creencia religiosa por encima de la ciencia, lo espiritual por encima de lo empírico. Y en el centro de todo este mundo, una luz, la semilla del cambio, Aloy.
Aloy no es una guerrera, no es una mujer o un ser humano, es más que todo eso, es un símbolo. El símbolo del progreso, es una persona que empieza cambiando su vida para acabar cambiando el mundo que la rodea. Abandona a su tribu porque la consideran una paria a causa de una serie de elementos que nada tienen que ver con ella. Reniega de la tradición, reniega de los roles que se le han asignado en el momento de su nacimiento, se marcha para forjarse a sí mismo y pronto se ve envuelta en algo más grande que su propia persona.
La amenaza que se cierne sobre este Nuevo Mundo y que pone de nuevo a la raza humana al borde de la extinción no es en absoluto más importante que las costumbres heredadas del Viejo Mundo. La estructura patriarcal en las cadenas de mando de tribus y ciudades, la adoración a supuesto divinidades como miedo a lo desconocido, la cobardía de esconderse tras falsas oraciones para no tener que estudiar lo que les rodea. Contra todo eso lucha Aloy en cada una de sus misiones. E incluso por el camino nos encontramos con personajes que ya han comenzado esas luchas antes que nuestra protagonista, quien solo se erige como tal porque es quien responde al input de nuestros mandos, pero no es ni mucho menos la única consciente del mundo en el que vive.
Se postula, por tanto, 'Horizon Zero Dawn' como un AAA en lo estético-mecánico y casi una obra de autor en su particular representación de unos problemas sociales que nos son absolutamente contemporáneos. Virtudes más que suficientes para ser uno de los juegos del año, sin necesidad de premios que lo certifiquen.