El 29 de Septiembre 2018 | 05:50
Netflix ha estado engrosando su catálogo con una gran cantidad de series de animación que la convierten ya en una competidora a tener en cuenta dentro del medio. No solo cuenta con obras orientales de renombre como 'Devilman Crybaby' o 'Nanatsu no Taizai' sino que además suma otras del nivel de 'The Dragon Prince' o la mágica 'Hilda'.
La adaptación de la novela gráfica homónima del autor británico Luke Pearson llega ahora al servicio de streaming para cautivar, especialmente, a los espectadores más jóvenes. Pero la obra no cierra puertas a quien se adentre en su colorido mundo, contando con tantas referencias actuales y de un aspecto más adulto capaces de conquistar a quien se deje llevar por su magia.
Una aventurera de lo más corriente en un mundo mágico
«Vaya, menudo susto hemos pasado. Pero bueno, así es la vida de una aventurera». 'Hilda' es un rayo de color en un mundo gris. Ya en esta primera cita, durante la introducción de su primer episodio, deja claro cuales son sus pretensiones, unas cargadas de positividad, de magia y aventura. Pero lo más importante es el cómo la obra establece las leyes de su propio mundo. Porque Hilda no es más que una joven que vive en una suerte de paraje escandinavo salpicado de mística.
No es maga, tampoco una niña elegida. Es una simple chica que vive rodeada de criaturas mágicas —que, a su vez, también toman mucho del lore y la mitología del país nórdico. Brilla en esa inocencia de la que también hace gala 'Made in Abyss' porque entiende a su mundo y lo normaliza. Los trolls son habituales del bosque, los cielos se encuentran salpicados por Woffs, una suerte de bolas peludas con aspecto perruno y elfos y espíritus son parte de su mundo, pero lo importante es que ellos no son el centro de la experiencia, solo son actores y actrices secundarias que influyen en los actos pero no los determinan.
Incluso así, 'Hilda' se encuentra repleta de metáforas sobre la vida misma. Sus capítulos sirven las veces de pequeñas historietas pero conectan entre sí y, aunque cada uno pueda tener su propia moraleja, ese hilo conductor lo convierte en una serie de vivencias antes que en una lista de lecciones morales. Pearson ha creado un mundo familiar y ameno, que se da la mano con una convicción humana y ética que sabe como entretener y hacerse sentir sin necesidad de convertirse en profesor.
Su apartado artístico también dice mucho de la obra. Porque es simplemente mágico. Su extensa paleta de colores juegan con los tonos otoñales de la obra y unos matices que evocan la mística de la mitología nórdica pero su concepto, más infantil, la hacen algo fácil de entender, con un aire que casi recuerda a 'Hora de Aventuras' de una forma, quizás, más refinada.
'Hilda' no será excepcional. Pero es un excelente contrapeso a la imperante necesidad de captar al público con obras complejas. Porque es todo lo contrario. Es una obra de un importante carácter distendido, que disfruta dejándose llevar, mostrando su magia y haciendo bailar a sus colores frente al espectador con una animación que no tiene nada que envidiar a otras entregas más complejas.
En líneas generales, siento que 'Hilda' es una invitación. Una gran apuesta para el público joven, pero también una llamada de atención para nosotros, los adultos. Porque su historia le sigue a la ciudad, a como la chica debe adaptarse a los cambios que trae la vida y madurar, pero sin necesidad de perder ese lado más infantil, innato e inocente. La forma en la que se combina ese aspecto con su magia, con los encuentros místicos y las aventuras de ensueño dicen mucho de su carácter. Del porque la chica puede seguir adelante sin necesidad de olvidar esa parte de si misma. Pero también del porqué nosotros deberíamos hacer lo propio.