El 20 de Octubre 2017 | 10:16
Seguramente todos hayáis leído ya sobre el caso de Harvey Weinstein, un productor de cine que se sentía lo suficientemente importante como para acosar y abusar de distintas mujeres sin que las consecuencias le importaran. Porque él creía que no iba a haber consecuencias; estaba firmemente convencido de que tenía el "poder" de hacer lo que hacía sin que hubiera repercusiones de ningún tipo. Por otra parte, es lógico que creyera esto, teniendo en cuenta la cantidad de hombres que han acosado a mujeres en esta industria y han salido indemnes.
Cuarenta y cuatro mujeres han acusado a Harvey Weinstein; cuarenta y una de ellas por acoso, y tres por violación. Sin entrar a analizar caso por caso, porque nos extenderíamos más de la cuenta, sí es cierto que todos guardan cierta relación entre sí, probando así que el modus operandi del productor era siempre el mismo; o bien captaba a las mujeres en habitaciones de hotel y trataba de forzarlas, o bien se masturbaba delante de ellas, sin que ellas pudieran hacer nada por impedirlo.
Desde que la noticia ha saltado, se han podido oír declaraciones de todo tipo. Ha habido medios que han hablado incluso de una especie de "conspiración" por parte de las mujeres, poniendo en entredicho que todas hablen después de tanto tiempo. Quizás no han podido pensar en las consecuencias que puede sufrir a nivel mental una mujer que pasa por esa situación, o quizás no se plantean el hecho de que tuvieran miedo de perder sus carreras. Porque estamos hablando de Harvey Weinstein, uno de los productores más famosos de Hollywood, capaz de hacer dos llamadas y conseguir que nunca vuelvan a contratarte.
Aunque, en este caso, el problema va mucho más allá de Harvey Weinstein. Porque él es solo un ejemplo, la punta del iceberg, el representante de toda una industria corrupta que se basa en el menosprecio generalizado a las actrices, que son tratadas como objetos inánimes en una gran cantidad de casos.
Weinstein no es el único: irán saliendo más casos
Emma Thomson, al saber las acusaciones que se habían vertido contra Weinstein estos días, hizo unas declaraciones bastante contundentes: "Hay muchos Harvey Weinstein en Hollywood". Él no es el único y ella, como actriz, lo sabe. Patricia Arquette, por ejemplo, ha querido denunciar de forma pública el trato que recibió de Oliver Stone hace unos veinte años. Él le ofreció hacer una película de alto contenido sexual y, posteriormente, la invitó a un estreno; ella acudió, sí, pero acompañada de su novio, y Stone se lo recriminó. Arquette jamás volvió a oír de esa película.
El problema no se queda ahí, por desgracia; no es solo que haya acosadores, es que hay hombres que encubren a los acosadores. Quentin Tarantino, por ejemplo, ha declarado que "sabía lo suficiente como para haber hecho más de lo que hice. Había algo más que los rumores tradicionales y los chismes habituales. No era información de segunda mano", ha explicado. Tarantino no ha sido el único; una periodista estadounidense, llamada Sharon Waxman, ha acusado directamente a Matt Damon y Russell Crowe de no haber denunciado, pese a saberlo.
Estos dos actores, al parecer, intervinieron directamente para evitar que la periodista contara en una historia relatando los abusos de Weinstein. Es decir, no es solo que guardaran silencio, es que también lo encubrieron de forma activa. Ben Affleck también ha sido señalado como un encubridor, en esta ocasión por Rose McGowan, que le pidió que no defendiera a las víctimas puesto que él ya "conocía perfectamente" todo lo que hacía Weinstein, al que además consideraba su amigo. Ben Affleck ahora también ha sido acusado por diversas mujeres por tocamientos indeseados.
Ser mujer en un mundo hecho por y para hombres es complicado, pero esto se complica aún más en una profesión en la que tu cuerpo se sexualiza al extremo, y en la que se te ve como un mero objeto decorativo. Esto que está sucediendo ahora no es ningún tipo de conspiración, es un grupo de mujeres que, cansadas de ser vejadas en su espacio de trabajo, han decidido tomar las riendas de su vida y plantar cara a todo aquel que les ha hecho daño; es el empoderamiento femenino. Esperemos que no pare aquí, y que estos casos continúen denunciándose.