Hace unos días, durante la ceremonia de los Games Awards 2018, se decidía que 'God of War' ha sido el mejor juego de este último año. Dando mis merecidas felicitaciones al ganador, por mi parte justo vencedor, los dimes y diretes en foros y redes sociales no han cesado desde esta elección. Los dos grandes púgiles de esta contienda eran la obra de Sony Santa Monica y 'Red Dead Redemption 2', una auténtica oda al género del mundo abierto.
Podríamos estar hablando horas y horas sobre qué juego es mejor, es más divertido, o si es justa la decisión del jurado o no, pero... miremos más allá y demos gracias por el año que hemos vivido en el ocio electrónico.
¿Recordáis un año como el 2018 en cuanto a lanzamientos? Y no lo miréis a nivel cuantitativo, hablo de calidad. Si paráis un momento a analizar la situación, dejando atrás preferencias, durante este año hemos tenido la oportunidad de disfrutar de dos obras de arte. Si sois poseedores de una PS4, solo con estos dos títulos podéis decir que os ha merecido la pena el coste de la consola, e incluso solo con uno de ellos pero seamos ambiciosos que no está la situación para el derroche.
Premio a la ambición
Y ya no solo hablo de calidad en cuanto a la jugablidad, que también, han sido dos historias que cautivan y que podrían optar a ser grandes cintas del celuloide. Por un lado tenemos la quimera de un padre con su hijo y su búsqueda de forjar unos lazos inexistentes en una aventura sin parangón. En una industria que nos tiene acostumbrada a mantener lo que funciona y hacer caja sin miramientos, Santa Monica lanzó su título estrella renovando la franquicia, una ambición de hacer algo nuevo que muchos estudios parece que se les ha olvidado.
Podrían haber utilizado lo de siempre, algo que se les daba muy bien, y contentar al público, pero no, quisieron dar un paso más y cambiar un título como el de Kratos, donde los mamporros son el camino a elegir, para mostrar una obra profunda y con personalidad, que atrajera al jugador no solo por los golpes, sino por contar una historia cercana y realista en un mundo de dioses. Eso es ambición, eso es crear éxitos, eso debería ser la industria del videojuego.
Y en el otro lado nos encontramos con el Lejano Oeste de Rockstar que, tras 10 años de desarrollo, sacan al mercado una obra de culto. Más allá de controversias de empresas, las cuales ni defiendo ni estoy de acuerdo, en octubre lanzaban un producto redondo. Una de las historias y personajes mejores escritos y un sandbox que busca ofrecer algo que ninguno ha hecho. Estamos aburridos de mapas gigantesco que poco o nada ofrecen, y ser recaderos de misiones insulsas. Rockstar nos trae una razón por la que ver y disfrutar cada palmo de un lugar mágico, donde cada personaje nos puede llegar al corazón.
¿Y cuál ha sido su éxito? Innovar, no quedarse en el conformidad y mirar más allá de los números e ingresos, buscando marcar una época en la industria. Y esto debería ser crear videojuegos, dos ejemplos de que el trabajo y la constancia tienen su fruto. Y mucho me diréis que ya tenían mucho ganado bajo sus propios nombres, pero más me estáis dando la razón. Lo vemos año tras año, franquicias tan repetidas que no encuentras las diferencia entre el título actual o el de hace tres años, o peor todavía, que te de la sensación que disfrutabas más con el antiguo que con el nuevo.
Por todo esto, 2018 va a ser un año para recordar, dos grandes títulos que hacen cobrar la esperanza de que todavía existe la industria que revoluciona, que ilusiona y que no solo mira la cuenta corriente. Un ejemplo de que el arte está ligado al éxito, y el videojuego no es un "mata marcianos", es una herramienta para contar historias y quedarse guardado en nuestro corazones.