''Final Fantasy XV' ha cumplido sus primeros dos años. Una fecha a tener en cuenta, que marcaba el fin de un ciclo demasiado largo. Demasiado largo para sus desarrolladores. Demasiado largo para sus jugadores. Pero, especialmente, demasiado largo para la propia obra. Un extensión temporal que siempre apuntó a la indecisión, a la confusión de un proyecto que no sabía que cara tomar o como presentarse.
La confusión entre 'Versus XIII' y 'XV'. Entre Stella y Lunafreya. Incluso entre si nos encontramos en un mundo abierto con una narrativa diseminada o en una experiencia lineal guiada por el compás de su argumento. Una obra que nunca llegó a entenderse a si misma y que cierra sus puertas con un deje de tristeza acompañado de esa confusión que hizo mella incluso en su propio epitafio.
Retazos de una obra incompleta
Su propia apertura fue víctima de esta incapacidad para decidir. De aquél fragmento jugable repleto de posibilidades nos quedamos con sendas película y serie anime de las que, además, se podían extraer escasa información. Habían detalles, porque era en 'Brotherhood' donde entendíamos los sentimientos de Noctis hacia su padre o la evolución del bueno de Prompto. Detalles que luego conectarian con sus propios episodios argumentales dentro del juego.
Pero eso también es un problema. Porque aunque el príncipe tenía su propio arco bien definido dentro de la experiencia del juego, sus compañeros llegaban al punto final del mismo sin haber mostrado todas sus cartas. Porque 'Final Fantasy XV' podría haber sido una mejor entrega si en el momento de la despedida supiéramos que Gladio temía no estar a la altura de ser el Escudo del Rey o del arco de introspección que pasa Prompto en su Episode. Por no mencionar el sacrificio de Ignis en el suyo propio.
Al final la ambición pudo con el título y, ya se sabe, quien mucho abarca, poco aprieta. 'Final Fantasy XV' siempre fue una aventura incompleta. Una historia a medio contar. Pero lo peor es que tras recoger algunas de las páginas que le faltaban —previo pago, eso sí— nos encontramos con que las siguientes, a excepción de una, no llegaremos a leerlas jamás. La cancelación del resto de Episodes, así como la marcha de Hajime Tabata, no supusieron una sorpresa, pero sí una decepción. El hecho de no llegar a saber más sobre Aranea y, especialmente, sobre Luna, es más que motivo de pena.
Son conclusiones amargas pero que sirven para identificar los tantos problemas por los que ha pasado un juego con las cargas de un sistema que hace flaco favor a Square Enix. Uno que se lee entre líneas tras ese anuncio extremadamente prematuro, los cambios incluso de director o moto gráfico, las adaptaciones animadas o el hecho de que la compañía decidiese apostar por mecánicas modernas a las que no ha sabido adaptarse siquiera.
Lo que deja tras de sí
Con todo, y aunque esto se reduce a un nivel persona, la experiencia de 'Final Fantasy XV' no ha sido, per se, una mala experiencia. La confusión es palpable y productos como 'Comrades' son prueba de ello pero si obviamos esto, al final resulta que es un viaje interesante. Sé que escribo estas líneas porque una parte de mi sienta el frío de la despedida, de saber que no podremos saber más sobre su mundo. Su universo.
El viaje sirve como una etapa de descubrimiento. He disfrutado de cada paseo en chocobo. De cada conversación. De cada vez que Prompto me ha pedido bajarnos del coche para hacernos una foto. El enfoque no es el adecuado, desde luego, pero desde ese punto de vista siento que la décimo quinta fantasía final hace mucho por mostrar el lado humano de sus actores y actrices. Los pasos de los chocobros dejan tras de sí muchos recuerdos y 'Bros on the Road' es un tema al que suelo recurrir cuando necesito un empujón anímico.
Pero no solo son los momentos de distensión. También hay espacios muy personales. El debate entre la responsabilidad y la posición de poder y libertad; las confrontaciones entre compañeros. Pero especialmente, la entrada a Insomnia con los coros orquestales de 'Somnus' resonando ominosamente. Anunciando la llegada del final y ese momento, ese pequeño detalle, que resume Prompto al darnos la opción de llevarnos parte de lo que hemos vivido con ellos.
'Final Fantasy XV' comete muchos errores. Demasiados. E incluso así Square Enix ha decidido estirar y estirar hasta conseguir romperlo. Pero siento que la obra no se merecía esto. Hajime Tabata no se merecía esto. El epitafio de una fantasía que ha esquivado durante dos años su inevitable final. Una despedida, insisto, amarga, pero que deja tras de sí muchas horas de diversión y de sentimientos. Una que, espero, se convierta también en lección de humildad para las aventuras que están por llegar. Sea como sea, gracias por todo.