El 16 de Abril 2018 | 09:14
Los seres humanos buscamos siempre la forma de evolucionar, de continuar mejorando. Las nuevas tecnologías nos han permitido hacerlo a pasos agigantados; no hay más que ver cómo las comunicaciones han cambiado completamente con respecto a hace unos años. Gracias a internet y a los nuevos dispositivos móviles, ahora podemos estar conectados en todo momento con nuestro entorno, ver lo que sucede en el mundo y estar al tanto de las novedades. Nadie parece haberle puesto muchas pegas a estos cambios, puesto que se consideran algo positivo para todos.
No es lo único que ha cambiado con las nuevas tecnologías. La televisión, y la forma de consumir tanto esta como el cine, también ha sufrido multitud de transformaciones en estos últimos años. Mas, por desgracia, parece que esto sí que está suponiendo un gran desbarajuste para muchos... Y es por eso que no se está viendo con buenos ojos que todo varíe tanto.
Todos conocemos en qué consisten estas modificaciones: antes solo se podían consumir estrenos en el cine, mientras que ahora Netflix (y también el resto de plataformas, aunque esta con más asiduidad) nos trae estrenos casi semanalmente. La forma de ver series de estreno, así como películas nuevas, es totalmente diferente a lo que estábamos acostumbrados hace unos años. ¿Mejor o peor?, os estaréis preguntando. Personalmente, considero que los cambios en la industria cinematográfica han sido para bien. Mas hay quien, desde dentro de la propia industria, cree que son para mal. ¿Por qué? Es muy sencillo: ellos pierden dinero con todos estos cambios. Las productoras que hace unos años veían Netflix como un invento absurdo están comprobando como, poco a poco, la empresa les come terreno; a nadie le resulta agradable ver cómo un competidor coge fuerza. Es por eso que se le están poniendo tantas trabas al cine de Netflix, y es por eso que sus películas no pueden competir en el Festival de Cannes. No es porque tengan menos calidad, ni mucho menos.
La competencia nunca agrada
El hecho de que las películas de Netflix no puedan competir en el Festival de Cannes por no considerarse estrenos como tal no es más que otra prueba de que la industria cinematográfica no sabe cómo sobrellevar estos cambios. Netflix es algo así como una versión rejuvenecida de todo lo que estábamos acostumbrados a ver en la gran pantalla; es ley de vida que lo joven acabe sustituyendo a lo viejo, pero eso no significa que quien se ve eliminado del campo de juego deba aceptarlo sin pelear.
Las productoras que llevan años trabajando, que controlan absolutamente todo el capital económico de esta industria, están viendo como Netflix (que casi podría considerarse un adolescente en todo este ámbito) les come el terreno. Y lejos de buscar formas de adaptarse a los cambios, lo que están demostrando con este tipo de actos es que prefieren la competencia desleal. Han optado por desterrar a la nueva productora de la competición, para así no tener que renovarse.
A nosotros, como consumidores de cine y televisión, nos beneficia Netflix, al igual que nos beneficia que los estrenos vayan pasando de la gran pantalla a la pequeña. Sobre todo a nivel económico, puesto que no es lo mismo tener que pagar diez euros todos los fines de semana para ver una película nueva que pagar diez euros al mes (o incluso menos, si se comparte cuenta) y poder ver estrenos casi cada día, ya sea de series o de películas. Claro que es mucho más impactante ver una película en el cine, ¡por supuesto! A todos nos gusta ir de vez en cuando a disfrutar de una película con una estupenda calidad de sonido y de imagen, así como con buena compañía. Pero el hecho de consumir Netflix no hace que tengas menos ganas de ir al cine un fin de semana, solo nos ayuda a tener más opciones a la hora de elegir.
Los estrenos de Netflix son tan estrenos como cualquiera que se dé en el cine, con la única diferencia de que a nosotros nos duele menos el bolsillo. La industria cinematográfica está demostrando, con acciones como la de prohibir los estrenos de Netflix en el Festival de Cannes, que no sabe competir limpiamente; esto podría acabar jugando en su contra. Ya sabéis: renovarse o morir. Por ahora, no parecen muy dispuestos a renovarse.