Durante la etapa de vida de la PlayStation 3 y Xbox 360, las anteriores consolas de sobremesa de SONY y Microsoft respectivamente, se puso de moda un artículo que, en ocasiones formaba parte de ediciones limitadas o coleccionistas, otras era accesorio de "día 1" o reserva, y en otras simplemente era regalado a modo de detalle. Me refiero al estuche metálico, o steelbook, ese artículos que cara a la galería es muy bonitos, incluso precioso, pero que a la hora de la verdad no sirve para absolutamente nada.
Pensaba que en las próximas generaciones me libraría de ellos, pero nada. Siguen ahí, y a veces casi te lo venden como un complemento de prestigio, como la niña bonita a la que no has de apartarle la mirada. Sin embargo toda la magia termina cuando toca colocar juego y estuche en la estantería, junto con la colección de juegos. Y es entonces cuando me comienzo -o más bien comenzaba, porque actualmente huyo de ellos- a comer la cabeza.
Steelbool: el incordio
En primer lugar me surge la pregunta "¿Uso el estuche metálico para guardar el disco, o mejor lo guardo a modo de coleccionismo y utilizo el de plástico que viene por defecto?". Intento pensar en que el uso del estuche metálico mola más, así puedo presumir... ante mí mismo, así que meto el disco y coloco el estuche entre mi colección personal. Y entonces, tras verlo ahí, en solitario, es cuando me doy cuenta de lo desentona en comparación con el resto de la colección. Además, el principal atractivo del estuche, sus laterales, quedan totalmente tapados, lo cual ya lo convierte directamente en un artículo inútil que no cumple con su función estética de manera correcta.
Soy una persona cuidadosa con aquello que compro, especialmente si es algo caro -como los videojuegos-, por tanto decido que finalmente usaré el estuche de plástico como soporte para recoger los discos. Y al sacar de la estantería el steelbook me doy cuenta de que tiene un pequeño arañazo debido a que lo he rozado con los estuches normales. Y es que estos objetos se rallan con extrema facilidad, hasta el punto de verte irónicamente obligado a cubrirlos con una funda protectora, siendo este el segundo inconveniente que se nos presenta. No son pocas veces las que, tras visitar a un amigo o pasarme por alguna tienda donde vendan juegos de segunda mano, acabo viendo un estuche metálico arañado... o abollado.
Porque esa es otra. Los estuches metálicos se pueden doblar si no se tratan con cuidado. Y esto no es como un estuche normal, que siempre tendrá sustituto, qué va. Aquí si por algún casual la mala suerte te acompaña y se te abolla el steelbook, adiós muy buenas, no tiene arreglo.
Al final, lo que hago es meterlos en una funda y apilarlos al fondo, porque no viéndolos cumplen la misma función que colocados en la estantería, entre otros juegos normales.
Por tanto, distribuidoras y editoras. Estamos de acuerdo en que este accesorio es totalmente inútil. Por tanto ¿Por qué los seguís regalando? Hasta un pin con su miniexpositor tiene más utilidad que una hilera de estuches metálicos que al final acaban incumpliendo tanto su utilidad estética como la funcional. ¿No creéis que es hora de cambiar de extras?
Quizás peque de desagradecido, pero viendo que estos artículos en muchas ocasiones se pagan -a las ediciones limitadas y de coleccionista me refiero-, casi prefiero uno de los ya citados pines antes que esto. Y, bueno, otro día os hablaré de las pegatinas que regalan en productos dirigidos a una audiencia que no es infantil.